25/6/18

BORRAR, VACIAR Y ABRIR


No hace falta saber cómo será la nueva RTVE para estar de acuerdo con el fin de la actual. No es necesario anunciar quién formará el próximo Consejo de Administración de la Corporación para estar conforme con su renovación. No hay que conocer al siguiente presidente para alegrarse de que José Antonio Sánchez se marche.

El encerado tiene que estar borrado para poder escribir, el vaso tiene que estar vacío para poder llenarlo, la ventana tiene que estar abierta para que entre el aire. Es cierto que un encerado borrado no es garantía de que en él se vaya a escribir algo interesante, un vaso vacío tal vez no se llene con el licor que deseamos, y puede que una ventana abierta no traiga una brisa de aire fresco y puro. Pero borrar, vaciar y abrir es algo necesario cuando estamos ante un encerado repleto de garabatos, un vaso con un brebaje intragable y una habitación irrespirable.

Hay quienes auguran mil desgracias con los cambios a los que está sometiéndose RTVE. Pero tienen difícil que los espectadores sintamos miedo. Vaticinar que quieren convertir TVE en algo similar a la TV3 catalana, la televisión oficial venezolana, norcoreana o saudí no asusta a quienes vimos la tele estos años. Sabemos que el mayor peligro de TVE es que sigua siendo como era, idéntica a sí misma, igual en su servilismo al poder, en su falta de respeto a los espectadores, y en su desmantelamiento y decadencia.

Cuando Sócrates proclamó que solo sabía que no sabía nada no lo hizo para elogiar la ignorancia. Al contrario, reconocer que uno no sabe nada supone desembarazarse de falsos conocimientos, prejuicios, consignas, confusiones y trampas. Es el primer paso necesario para iniciar el camino de la sabiduría. No se trata de hacer un elogio de la destrucción de RTVE ni de dar un voto en blanco a un proyecto que aún no se ha concretado y habrá que vigilar. Solo se trata de borrar, vaciar y abrir una televisión pública que no sabe nada.

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