25/5/18

EL SALMOREJO COMO TEORÍA POLÍTICA


No son las emociones las que crean los Estados. Son los Estados los que crean las emociones. Todos los Estados -pasados, presentes, futuros- son soluciones coyunturales a la complejísima red de intereses conflictivos entre grupos de poder, mediadas por variables productivas, comerciales, demográficas… Después ya vendrá la propaganda para vincular emocionalmente a la ciudadanía con la estructura política, fundando dicho Estado en Dios -del siglo XIX para atrás- o en la cultura -del XIX para adelante-. Pero primero viene el arancel y luego, el himno.

¿Cómo explicar entonces que en Cataluña exista una importante marea emocional que clama por un Estado que aún no existe? Pues porque sí lleva décadas existiendo de facto, una vez que el Estado español redujo su presencia propagandística -educativa y mediática- en el territorio más rico de España, a cambio del apoyo de su burguesía a los gobiernos centrales, necesario por aritméticas electorales. Treinta años después de tal irresponsabilidad de izquierda y derecha, nos encontramos con una generación que, convencida de que es el hielo el que enfría al frigorífico y de que existen los sujetos históricos a priori, reclama que se reconozca en la teoría lo que en la práctica les han venido contando la escuela y la televisión desde que eran niños.

Atrapado en la candidez, creyendo que las voluntades individuales -meramente psíquicas- son la clave de este lío, Jordi Évole vuelve a intentar solucionar el problema catalán poniendo a charlar a siete abuelas andaluzas con siete abuelas catalanas sobre la cantidad de ajo que debe llevar el salmorejo. El resultado es satisfactorio a nivel televisivo, que -no lo olvidemos- es de lo que se trata, pero “Bienvenidas al norte, bienvenidas al sur” no viene dado a la escala real del conflicto de intereses económicos, jurídicos y de corrupción que hemos dado en llamar “procés”. Si Évole fuera todavía el Follonero, se plantaría en Alemania y pediría al tribunal de Schleswig-Holstein que eligiera entre ambos salmorejos. Sería igualmente inútil, pero funcionaría aún mejor a nivel televisivo.

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