También podíamos probar a
quejarnos a favor. Podíamos probar a decir que esta Semana Santa estuvo bien,
pero faltaron procesiones en Televisión Española. En las redes sociales la
gente decía lo contrario, que menuda chapa de tele pública repleta de
procesiones con soldados y ministros calle arriba y calle abajo como en tiempos
del innombrable; pero quejarse así, a la contra, es tontería. Solo acumula
frustración y hace mala sangre. A ver si se entera el quejica de Xabier Fortes, periodista vicepresidente
del Consejo de Informativos de TVE: lamentar “tanta procesión” y “tanta
homilia machista en las teles públicas” es perder el tiempo. Como diría
Peret: “no sirve de ná, no sirve de ná,
no sirve de ná”.
Así que quejémonos a favor, que al
menos no se pasa tal mal rato. Por ejemplo: TVE hizo bien en cargarse esa
pecaminosa fruta del árbol del conocimiento que es “La noche temática”. Gracias
a eso pudo emitir “Santos Oficios” durante más de cuatro deslumbrantes horas ininterrumpidas
en la franja de más consumo televisivo. Pero se quedó corta. TVE también debería
haber eliminado todos los documentales y reportajes que emite a lo tonto para emitir,
además de “Santos Oficios”, “Inquisiciones”. A la Congregación para la Doctrina
de la Fe le harían los ojos chiribitas.
Respecto a la sobredosis de
procesiones, la queja a favor es fácil: TVE debería haber retransmitido la que
protagonizó Mariano Rajoy. No fue
hecha con la pompa, el boato y los disfraces tan chulos de otras de más
tradición, pero sí con fortaleza y convencimiento. El “Telediario” recogió cómo
Rajoy se despachaba a gusto contestando a un periodista de laSexta sobre la
situación de Cataluña, pero cortó cuando venía lo mejor. Cuando el periodista
intentó preguntar por Cristina Cifuentes, el presidente mudó la color, realizó
una “levantá” inolvidable y arrancó una emocionantísima Procesión del Silencio.
Es una vergüenza que TVE no haya ofrecido a los españoles esta procesión,
ejemplo de devoción y, sobre todo, recogimiento.
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