Lo dijo el gran divulgador
científico Carl Sagan en su última
entrevista televisiva antes de morir: “Hay
dos clases de peligros. Uno es que estamos organizando una sociedad basada en
ciencia y tecnología, y nadie puede entender nada de ciencia y tecnología. Y
esta mezcla combustible de ignorancia y poder tarde o temprano va a explotar en
nuestras caras. Digo: ¿quién está dirigiendo la ciencia y la tecnología sino
una democracia que no sabe nada sobre estas? Otro es que la ciencia es más que
un cuerpo de conocimiento: es una forma de pensar, una forma escéptica de
interrogar al universo con pleno entendimiento de la falibilidad humana. Si
nosotros no somos capaces de hacer preguntas escépticas para interrogar a
quienes nos dicen que algo es verdad, entonces estamos a merced del próximo
charlatán político o religioso que aparezca”.
Como cada Día del libro, aquí
acercamos la tele al libro y viceversa. Algo que antes ya hizo Sagan en
“Cosmos” (1980). Como cuando visitó la antigua Biblioteca de Alejandría, o la
actual de Nueva York: “Las grandes
bibliotecas modernas, como la Biblioteca Pública de Nueva York, reúnen unos
diez millones de libros […]. Si
pudiera leer un libro a la semana en todo el periodo de mi vida adulta viviendo
un período normal de años, al final acabaría leyendo unos cuantos miles de
libros, no más […]. El secreto
consiste en saber qué libros se deben leer”.
¿Qué libros leer? En el nuevo “Cosmos”
(2014) da pistas su discípulo Neil
deGrasse Tyson con un libro en la mano: “Este
es el mismísimo libro que inspiró a Einstein
cuando era joven. Denle un libro a un niño y cambiará el mundo. Miren esto. La
primera página describe la sorprendente velocidad de la electricidad y de la
luz. Einstein recordaba lo que había aprendido de niño gracias a este libro, y
quizás por primera vez justo aquí se preguntó qué aspecto tendría el mundo si
pudieras viajar a la velocidad de la luz”.
Recordemos esto cuando decidamos
qué libros leer o qué tele ver, ¡por san Jorge! Y procuremos que los niños lean
libros y vean programas que les ayuden a cambiar el mundo, o, al menos, a
entenderlo y gobernarlo un poco mejor que lo hacemos nosotros.
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