Una aguja atravesando un dedo.
Una cuchilla cortando un ojo. De lo molesto a lo alarmante. De lo doloroso a lo
espantoso. Del desagrado de ver en “Maestros de la costura” a Alicia perforarse un dedo con una
máquina de coser, al espanto de no ver el ojo cortado con una cuchilla porque
ese ojo cortado es el nuestro.
Un dedo atravesado por una aguja
sigue siendo un dedo. Los jueces alabaron la actitud de Alicia, que se
sobrepuso al accidente y siguió cosiendo. Pero un ojo desgarrado muere al
abrirse. Es tanto lo que muestra un ojo rasgado que deja de ver. No hay espejo
capaz de devolver su mirada dividida y gelatinosa. Un ojo cortado deja de ser
un ojo. Acaban de cumplirse 15 años desde que el cañonazo de un tanque
estadounidense hirió gravemente al periodista José Couso. Manejaba una cámara en Bagdad durante la Segunda Guerra
de Irak, empeñado en que viéramos en la tele lo que otros preferían no
mostrarnos. Couso no se sobrepuso de aquel ataque, dicen que de fuego amigo
(¿lo fue?). Con su muerte dejamos de ver y quedamos a oscuras. Ni la realidad
cabe en un reality ni el talento en
un talent show. El horizonte continúa
más allá de los límites de la pantalla. No hubo jueces alabando la actitud de
Couso. Alicia pasó a la final de “Maestros de la costura”. Couso fue eliminado
sin contemplaciones. 15 años después, sigue sin haber jueces que alaben su
actitud.
Hace unos días, los informativos
recordaron el asesinato de Couso y la lucha de su familia para que no se olvide,
se investigue lo ocurrido y se diriman responsabilidades. También mostraron a
periodistas valientes como Helena Resano
y Carme Chaparro participando en una
concentración frente a la embajada de Estados Unidos para pedir el fin de la
impunidad en este crimen de guerra. Fueron momentos incómodos en los que la
tele revivió el cobarde cañonazo. Pero el mal momento pasó. Parpadeamos un par
de veces como si aquello solo hubiera sido una arenilla en el ojo. Luego
pudimos volver a centrarnos en cosas importantes, como el dedo de Alicia. ¿Tú no lo viste?, ¡qué grima!
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