De todos los estilismos de
“Cámbiame”, el mejor es el último. Todos vimos los estilismos que los
estilistas del programa encasquetan a los incautos que caen en sus manos. Para
unos oscilan entre lo horrible y lo grotesco, y para otros van de lo humillante
a lo estrafalario. Eso depende, porque ya se sabe que cada estilistillo tiene
su librillo. Pero hoy “Cámbiame” ha demostrado tener realmente buen gusto, y,
tras su cambio de estilismo, luce como nunca.
Miren, miren ustedes mismos la
programación de Telecinco para hoy y valoren el cambio. Miren también la de
mañana. ¿Qué? ¿Tengo o no tengo razón? ¿Verdad que así está mucho mejor?
Observen lo elegante y distinguida que resulta una parrilla televisiva en la
que no aparece “Cámbiame” por ningún lado. ¡Y a partir de ahora será siempre
así!
En la entrega del pasado viernes
lo anunciaron y no lo creíamos: “Cámbiame” dejaba de emitirse. Qué alegría.
Este es justo el tipo de cambio sustancial que necesitaba el espacio, un cambio
que afectara a su propia esencia insufrible. Pero era demasiado pronto para
echar las campañas al vuelo. Faltaba ver cómo le sentaba tan inefable
estilismo. Y ya podemos decirlo: lo queda requetebién.
Es lo que tiene la nada. Cuando
se trata de programas horrendos, como la nada no hay nada. La realidad hay que
saber llevarla. Una misma realidad a unos le sienta bien y a otros mal. Así es
el ser. Pero la nada es un estilismo mucho menos exigente. Con la nada no
arriesgas nada. Es solo ponerla y como caiga. Da igual. Siempre favorece. Y lo
barata que resulta. No hay que ajustar tallas, no hay que conjuntar prendas, no
hay que buscar complementos. En la nada todo el estilismo es no ser. Y el no
ser, ya se sabe, combina con todo. Si ya el negro ya va con todo, el no ser es
una auténtica locura. Si es que el no ser es tan negro que no es ni negro de lo
negro que es.
Felicitemos a Telecinco
y recordémosle que en otros programas, no solo en “Cámbiame”, la inexistencia
es una perfección.
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