Todos estamos con las víctimas y
contra los verdugos, ¿verdad? Pues, en la tele, no. Y no hablamos de ficción.
Nos parece despreciable el asesinato de un niño, y su madre merece todo nuestro
apoyo. Pero después encendemos la tele y pasan cosas muy raras. Como lo que pasó
la semana pasada.
Todos preferimos recibir la
llamada telefónica de una madre que acaba de enterrar a su hijo agradeciéndonos
nuestro apoyo, a recibir la carta desde la cárcel de la mujer que presuntamente
lo asesinó intentando parecer guay y caernos bien, ¿verdad? Pues, en la tele,
no. Y seguimos sin hablar de ficción.
El pasado miércoles, habló por
teléfono con “Desaparecidos” (La 1) la madre de Gabriel, el niño asesinado en Almería. Quería agradecer al programa
el apoyo ofrecido y el trabajo realizado para buscar a su hijo. Decía que le
gustaría haber ido al programa, pero aun no estaba en condiciones de hacerlo.
En realidad, sabía que nunca lo hará porque esa era la última emisión del
espacio.
El día siguiente, “El programa de
Ana Rosa” (Telecinco) no contó con una llamada así. En su lugar, recibió la
carta de la presunta asesina desde la cárcel. Algo horrible. ¿Algo horrible? ¡Era
el único programa de televisión que tenía en sus manos una carta manuscrita de
la presunta asesina del crimen más mediático del año! Una materia prima así, bien
cocinada, sirve para elaborar un menú degustación que llene el comedor de
comensales. Y así ocurrió.
“Este tipo de programas tienen una respuesta más que mediática y no
deberían desaparecer”, dijo la madre de Gabriel en “Desaparecidos”
conocedora de que el espacio trataba los casos con un mínimo de respeto y
realmente ayudaba. En la despedida, en “Desaparecidos” se comprometieron a no
dejar sin atención los cientos de peticiones recibidas pese a su marcha. Ana Rosa Quintana no necesitó
comprometerse a nada. Sigue en antena y por muchos años. Sabe qué cocinar y con
qué ingredientes para su público. Un público que siempre está con las víctimas
y contra los verdugos, pero no en la tele.
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