El arte debe dedicarse a la
belleza y el periodismo a la verdad. Sí, vale, es una simplificación excesiva,
una exageración inadecuada. Pero la cosa empeora, y mucho, si le damos la
vuelta: ¿qué les parece que los artistas tengan que atenerse a la verdad, y los
periodistas deban preocuparse por la belleza? De locos, claro. Pues bienvenidos
al mundo al revés, donde por el mar corren las liebres, y por el monte, las
sardinas.
Una obra ha sido retirada de una
feria de arte contemporáneo porque en vez de titularse “Malvados separatistas
golpistas independentistas anticonstitucionales pixelazos en blanco y negro”,
se titula “Presos políticos en la España contemporánea”, algo que no debe
permitirse porque no se atiene a lo fundamental en una obra artística: respetar
la verdad entendida como correspondencia exacta entre las palabras y la
realidad a la que debe ajustarse escrupulosamente. Claro que, cuando imbuidos
de este principio, recorramos los museos, ¡qué estragos deberíamos hacer! Tiemblen
“El jardín de las delicias” del Bosco,
el “Guernica” de Picasso y “Las
meninas” de Velázquez porque esos
monstruos no existen, los animales no son angulosos y la habitación del retrato
no era así. Fuera todo antes de que lo vea nadie, por Dios.
¿Y qué me dicen de Gaizka Villate, el periodista de la
cadena pública vasca que ya no realiza directos en el “Telediario” por llevar vestimenta
inapropiada? En efecto, para que nadie se alarme, TVE achaca su desaparición no
a los contenidos de sus crónicas, sino a motivos estéticos, lo que en realidad
empeora las cosas. Pone muy nervioso que TVE tenga un manual que en su artículo
2.4.2. dicte algo tan arbitrario y subjetivo como que se tendrán en cuenta el
atuendo y la estética del informador en directo para garantizar que el
espectador fije su atención en el relato informativo. Como no hay atildamiento
en el mundo capaz de garantizar la atención a la noticia, queda al capricho del
jefe cuándo aplicarlo. Por ejemplo, aquí.
Y ahora dejémonos de tonterías y dediquemos
el resto del día a criticar que una red social censuró una imagen de la treinta
veces milenaria Venus de Willendorf por pornográfica. ¡Qué burro es el feisbu!
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