—¿Cuál es su personaje de ficción favorito?
—Homer Simpson.
Es la última respuesta que Stephen Hawking dio a la última
pregunta planteada en la última entrevista que concedió a TVE. Fue hace poco,
solo año y medio, pero usted no lo recordará. Es normal: Hawking no cantaba ni
cocinaba ni bailaba ni cosía, por eso, aunque él tuvo la deferencia de conceder
una deliciosa entrevista a “Órbita Laika” (ese solitario programa de
divulgación científica que TVE emite a trompicones, no nos vayamos a malacostumbrar
a entender racionalmente el mundo), TVE lo relegó a La 2. La 1 es para cosas
importantes, como el triste show diario de Cárdenas.
Afortunadamente, Hawking encontraba
la forma de visitarnos haciendo divertidos cameos en grandes series. Salió en
“Star Trek” y en “Big Bang Theory”, aunque aquí preferimos “Los Simpson”, serie
por la que millones de personas, millones de niños, le conocieron. Igual que conocieron
a sir Isaac Newton, quien visita
Springfield más que el propio Hawking: lo trae al presente el doctor Frink en una máquina del tiempo
que, sin electricidad, solo transporta sus piernas (“Historia de dos ciudades”),
se le aparece a Homer cuando que se da un golpe en una cabina telefónica (“La
última tentación de Homer”), Frink le tira un manzanazo a su busto (“Frink Gets
Testy”, aún no emitido en España), sale desnudo dentro de la película “Love,
indubitably” que ve Homer (“El amor es una cosa hecha añicos”), y Lisa explica
cómo ya los abusones le hacían la vida imposible a él y a Galileo (“Hasta lueguito, cerebrito”). Precisamente en este
capítulo, Frink capta la atención de su audiencia gritando una terrible
inexactitud científica: “¡Pi es tres
exactamente!”.
¿Coincidencias de Hawking con
Galileo y Einstein? Eso no es nada.
Hawking murió el día de pi. Firmó por última vez de su puño y letra en 1979
para asumir la misma cátedra de Matemáticas en Cambridge que ocupó Newton tres
siglos antes. Con él compartió visitas a una serie protagonizada por su
personaje de ficción favorito: un tipo que nos enseña a amar la vida en una
serie que nos enseña a amar la ciencia. Ah, y que nos recuerda que pi no es
tres exactamente ni de coña.
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