Los tontos en silencio son un
peligro: como no dicen nada, pueden pasar por listos. Igual que los corruptos,
defraudadores y chanchulleros, que ocultos debajo de la manta pueden pasar por
honrados y respetables. Sin duda, que el mundo mejoraría si los tontos hablaran
para confirmar que son tontos, y tiráramos de las mantas que esconden corrupciones
y mamandurrias.
Cambiando de tema, no sé por qué,
pero en RTVE ocultan los salarios de sus directivos. Mejor dicho: no sé por
qué, pero los directivos de RTVE ocultan los salarios de los directivos de
RTVE. Podría ser que callen y no los desvelen por dejadez o simple despiste,
pero no. Están haciendo todo lo posible por evitar que el salario público
pagado con dinero público a trabajadores públicos que realizan un trabajo
público para ofrecer un servicio público en un organismo público se haga
público. Es raro porque está claro que a estos directivos les encanta lo
público. De hecho, todas las veces que aparece la palabra “público” en la
penúltima oración les parece bien excepto la última, que prefieren sustituirla
por otras palabras como “privado”, “oculto” o “secreto”.
Y en esas estamos. Por eso, los
directivos de RTVE anuncian que continuarán gastando dinero público en
presentar otro recurso de apelación contra la sentencia del Juzgado Central de
lo Contencioso Administrativo que no da la razón al anterior recurso que ya
habían presentado contra la contundente resolución emitida por el Consejo de
Transparencia y Buen Gobierno, que obligó a estos directivos de RTVE a hacer
público cuánto dinero público cobran los directivos de RTVE, con lo que este
organismo público independiente encargado del acceso a la información le dio
toda la razón a un solitario ciudadano que, amparado por la Ley de
Transparencia, había pedido a los directivos de RTVE que explicaran qué dinero
público cobran los directivos de RTVE, pero que se encontró con que los
directivos de RTVE le pusieron mil pegas para no revelarle cuánto dinero
público se embolsan los directivos de RTVE.
Ah, sí. También hay quien dice
que vale más parecer corrupto, defraudador o chanchullero que abrir la boca y
confirmarlo.
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