5/2/18

EL PROGRAMÓN DE CÁRDENAS


Lo han visto, ¿no? Éxito estrepitoso y fracaso deslumbrante de la gala de los Goya 2018. Peor hubiera sido un éxito unánime o un fracaso sin paliativos. En ese caso, la gala habría terminado al caer el telón porque la uniformidad y monotonía de opiniones no hubiera dado más de sí. Afortunadamente no ha sido así y todos podemos opinar sobre lo que estuvo bien y mal, deporte nacional. La industria amortizará la gala durante todo el año y servirá para generar la expectación que necesita la gala siguiente como plataforma de lanzamiento. La vida es cruel: los Goya 2018 han muerto, vivan los Goya 2019.

Eh… ¡ah, sí, a opinar! Entre el desconcertante humor de la chanante pareja presentadora —que aquí tanto nos gusta— destacamos ese destello en el que  Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla enlazaron cine y televisión al referirse al “programón” de Cárdenas, bromita que después les costó una guantada. O sea, una versión resumida del chiste que Sevilla hizo hace un año en “El hormiguero” sobre Cárdenas, y que este respondió con mala baba (la misma con la que después respondió a otra broma de Buenafuente. Cárdenas es muchas cosas, pero, ante todo, un gran relaciones públicas).

Por cierto, ¿se acuerdan de la que armó Cárdenas al invitar al embaucador Julián Gabarre a defender en TVE que la cara revela la personalidad? Debería volver a invitarlo porque el charlatán también frecuenta otras patrañas como la grafología. Debería ponerle esa captura de pantalla en la que Mariano Rajoy, en la tranquila visita sin preguntas incómodas que hizo a “Los desayunos” de La 1 esta semana, firma en el cristal de una cámara… ¡como “M. Rajoy”! Sería estupendo ver al timador explicar que la firma “M. Rajoy” de M. Rajoy es la firma de alguien honrado e inocente alejado de ese corrupto “M. Rajoy” del que hablan los juzgados. Molaría ver cómo explica la morfopsicología la cara del morfopsicólogo y de Cárdenas al decirles, después, que esa imagen está manipulada y, en efecto, “M. Rajoy” no es la firma de M. Rajoy, sino la de un honrado e inocente bromista. ¡Con lo que le gustan a Cárdenas las bromas!

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