Lo han visto, ¿no? Éxito
estrepitoso y fracaso deslumbrante de la gala de los Goya 2018. Peor hubiera
sido un éxito unánime o un fracaso sin paliativos. En ese caso, la gala habría
terminado al caer el telón porque la uniformidad y monotonía de opiniones no
hubiera dado más de sí. Afortunadamente no ha sido así y todos podemos opinar sobre
lo que estuvo bien y mal, deporte nacional. La industria amortizará la gala
durante todo el año y servirá para generar la expectación que necesita la gala
siguiente como plataforma de lanzamiento. La vida es cruel: los Goya 2018 han
muerto, vivan los Goya 2019.
Eh… ¡ah, sí, a opinar! Entre el
desconcertante humor de la chanante pareja presentadora —que aquí tanto nos
gusta— destacamos ese destello en el que Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla enlazaron cine y televisión al referirse al “programón” de Cárdenas, bromita que después les costó una guantada. O sea, una
versión resumida del chiste que Sevilla hizo hace un año en “El hormiguero” sobre
Cárdenas, y que este respondió con mala baba (la misma con la que después
respondió a otra broma de Buenafuente.
Cárdenas es muchas cosas, pero, ante todo, un gran relaciones públicas).
Por cierto, ¿se acuerdan de la
que armó Cárdenas al invitar al embaucador Julián
Gabarre a defender en TVE que la cara revela la personalidad? Debería
volver a invitarlo porque el charlatán también frecuenta otras patrañas como la
grafología. Debería ponerle esa captura de pantalla en la que Mariano Rajoy, en la tranquila visita
sin preguntas incómodas que hizo a “Los desayunos” de La 1 esta semana, firma
en el cristal de una cámara… ¡como “M. Rajoy”! Sería estupendo ver al timador
explicar que la firma “M. Rajoy” de M. Rajoy es la firma de alguien honrado e
inocente alejado de ese corrupto “M. Rajoy” del que hablan los juzgados. Molaría
ver cómo explica la morfopsicología la cara del morfopsicólogo y de Cárdenas al
decirles, después, que esa imagen está manipulada y, en efecto, “M. Rajoy” no
es la firma de M. Rajoy, sino la de un honrado e inocente bromista. ¡Con lo que
le gustan a Cárdenas las bromas!
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