Un terrible peligro se cierne sobre el futuro de la humanidad. No, no es el cambio climático. Ni la superpoblación. Ni la aparición de nuevos virus ante los que no podamos defendernos. Es muchísimo peor. Ningún autor de ciencia ficción pudo preverlo. Ninguna película de catástrofes se ha atrevido a fantasear con algo semejante. No va a ocurrir dentro de cientos de años, ni siquiera dentro de cientos de meses. Se anunció en la edición de “Sálvame” del día de San Valentín: dentro de nada, de tres meses o así, en mayo, María Teresa Campos y Bigote Arrocet… María Teresa Campos y Bigote Arrocet… -me tiemblan los dedos mientras escribo estas líneas en el ordenador- ¡sacarán su primer disco al mercado!
Tenemos cien días para salvar el planeta. Hay que hacer lo que haga falta. Destinar cuantos recursos sean necesarios para impedirlo. Si lo conseguimos, podremos volver a pensar en Cataluña, en el Brexit o en el calentamiento global. Pero ahora no es el momento de equivocarnos de enemigo. Ahora ya no es Trump. Ni Rajoy. No es OT. Urge convocar una cumbre internacional y forzar la firma de acuerdos y protocolos que impidan que el disco pueda ser publicado en otros países diferentes al nuestro. La casa de discos ha de firmar una moratoria indefinida. Todas las grabaciones, las demos, los emepetreses han de enterrarse bajo un cementerio nuclear al lado del cual Chernobil parezca Eurodisney.
“Para que triunfe el mal basta con que los buenos no hagan nada”, dijo Edmund Burke. “No me duelen los actos de la gente mala, sino la indiferencia de la gente buena”, dijo Martin Luther King jr. El otro día en “Sálvame” ya tuvimos un adelanto de la que se avecina. No podemos permitir que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, nos miren a los ojos en el futuro, nos pregunten “¿por qué no lo impedisteis, por qué no hicisteis nada?”, y nosotros sólo podamos bajar la vista avergonzados, sabiéndonos responsables de todo lo que vino después.
👏👏👏👏👍
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