Destapar mentiras es bueno, pero
en la tele da más audiencia mentir. Es peor timar que desenmascarar timadores,
pero en la tele el timador tiene más seguidores. Ser honrado está mejor visto
que ser marrullero, pero en la tele los marrulleros ganan. Se llama audiencia. La
noche del domingo más espectadores prefirieron otra cómoda dosis de la
adormidera de “Cuarto milenio” en Cuatro a las investigaciones y denuncias que
hizo “Expediente Marlasca” en laSexta.
Habitualmente “Expediente
Marlasca” trata de sucesos y crónica negra, pero anteayer jugó un juego más
divertido: ser el anverso luminoso de “Cuarto milenio”, su competencia directa.
Así que en ambos espacios vimos mentiras, pero “Expediente Marlasca” las
destapaba; en ambos salieron timos, pero “Expediente Marlasca” los denunciaba; en
ambos se dieron datos desconcertantes, pero los del periodista Manuel Marlasca eran verdad.
¿Ven las toneladas de plástico y
los recursos que se gastan en agua embotellada porque la peña no soporta el
sabor a cloro? Pueden reírse con el alucinante éxito del MMS, un brebaje
curalotodo hecho con agua y desinfectante industrial para clorar piscinas.
Envuelto en la palabrería habitual que a esa hora triunfa en la cadena de la
competencia, vimos cómo el MMS dice curar cáncer, ébola, autismo… pero no libra
de creer gilipolleces que dan diarrea. Marlasca no aclaró si hay que prepararlo
con agua embotellada para que la lejía no sepa tanto a cloro.
La “Bioneuroemoción” dice que el
cáncer desaparece con solo desearlo. ¡Deseemos que el cáncer social de la
Bioneuroemoción desaparezca! No funcionará, claro, como esa “Nueva Medicina
Germánica” con la que comparte su cuajo para aprovecharse de la desesperación
de la pobre gente enferma. Más palabrería sin sentido como la de la cadena de
al lado, ya saben cuál. Todo de mucha risa hasta que tocas tierra, como con el
caso del joven con leucemia que murió en pocos meses tras cambiar la quimio por
las vitaminas de un “Naturópata Ortomolecular”.
¿Aprendimos algo? Sí: que los
audímetros dicen que preferimos el engaño al desengaño. Y es bien triste.
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