7/2/18

ANIMADORAS CON ABRIGO


No sé qué es más difícil de entender para los europeos de tradición greco-romana pasada por el cristianismo como ustedes y como yo, si la explicación técnica de la jugada en la que Tom Brady echó a perder la remontada de su equipo ante los Eagles en la Super Bowl, o la polémica acerca de la poca ropa (y, por tanto, mucha carne) que lucieron las “cheerleaders” en esa misma Super Bowl. Juzguen ustedes. Primero, la jugada de Brady: el “quarterback” de los Patriots saltó al campo con 2.21 en el reloj para lograr su sexto anillo, pero hasta los más grandes fallan y Brady sufrió el “sack” de Graham y acabó perdiendo el balón en el que fue el primer “fumble” en los veinte últimos partidos de “playoffs”. Hala. Y ahora, las “cheerleaders”: después de que las azafatas hayan desaparecido en los podios de muchas pruebas ciclistas y, hace poco, de la Fórmula 1, la NFL decidió mantener la presencia de las “cheerleaders” de los Patriots y de los Eagles en la Super Bowl, pero el problema no era tanto la presencia de las “cheerleaders” en el partido como que llevaban  poca ropa a pesar del frío que hacía en el US Bank Stadium. Los conceptos de “sack” y “fumble” no están en Homero, ni en Aristóteles, ni en santo Tomás de Aquino, así que sólo podemos mover ligeramente la cabeza mientras decimos “mmmmmmmm”. En cuanto a las “cheerleaders” con poca ropa en una noche fría, Homero no entendería nada y Aristóteles no encontraría hueco lógico a esta objeción,  pero santo Tomás de Aquino podría echarnos una mano.

Una animadora de un partido de fútbol americano vestida con jersey, gorro y abrigo es como un concursante de “Mujeres y hombres y viceversa” sin tatuajes, sin corte de pelo estrafalario y con camisa de cuadros debajo del jersey. La cuestión no es si las animadoras tienen que abrigarse cuando hace frío para hacer su trabajo, sino si tiene sentido que un grupo de mujeres sonrientes y con poca ropa animen a los espectadores en los tiempos muertos de un partido. Santo Tomás decía que los bienes mayores respecto a un individuo particular son indeterminados, pero los bienes universales mayores son bien determinados. Puede que una animadora particular (o una azafata de la Fórmula 1) considere que es un bien para ella ganar dinero animando o sosteniendo un paraguas rojo, pero parece evidente que es un bien universal determinado acabar con el espectáculo de las chicas guapas con poca ropa en el deporte. No se nace animadora, sino que se llega a serlo. ¿Y saben qué? Me habría gustado ver a las “cheerleaders” de la Super Bowl con abrigo y jersey. Eso sí habría sido un espectáculo universal, y no el ”fumble” particular  de Brady.

3 comentarios:

  1. De 10! Me encanta!😅

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  2. Y si lo aplicamos al sueldo descomunal de los futbolistas? Yo no entiendo nada últimamente...
    Será que es necesario el fútbol!! Americano o no...en fin

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  3. La ropa interior femenina, más que un símbolo de seducción, es un reflejo del empoderamiento. Una expresión íntima que celebra la fuerza y sensualidad inherentes, recordándonos que el poder también se viste por dentro

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