31/1/18

OPERACIÓN AUSCHWITZ


El pasado 27 de enero se cumplieron 73 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por parte del Ejército Rojo. Los nazis, antes de huir a toda pastilla, volaron las cámaras de gas y los crematorios, quizás porque sabían que lo que habían hecho (la matanza industrial de seres humanos según cadenas de montaje) no estaba bien. En el aniversario de la liberación de los siete mil prisioneros que quedaban en Auschwitz, La 2 emitió la sobrecogedora película “El hijo de Saúl”, dedicó su imprescindible “noche temática” al Holocausto, y finalizó su programación con motivo del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto con “Hannah Arendt”, una película sobre la filósofa que acuñó la expresión “banalidad del mal” para intentar explicar los horribles actos llevados a cabo por Adolf Eichmann con relación a la llamada “solución final” al “problema” judío. ¿Demasiado Holocausto para un sábado de invierno? No, demasiado poco.

Piotr M. A. Cywinski, director del Museo de Auschwitz-Birkenau, lamenta en un artículo titulado “Lecciones de Auschwitz” que se enseñe la historia en las escuelas como si se tratara sólo de un estudio sobre el pasado, sin ponerlo en relación con el mundo de hoy, y no entiende por qué hemos permitido que los jóvenes aprendan más sobre la dignidad o la responsabilidad en la nueva película de “La guerra de las galaxias” que con los adultos o en los colegios. En un mundo en el que la memoria y la responsabilidad ya no coinciden, Cywinski se pregunta si vamos a dejar que Auschwitz forme parte de la historia o si, tal vez, habría que pasar el tema al departamento de matemáticas. Creo que la cuestión es importante, y soy partidario de estudiar lo que ocurrió en Auschwitz en clase de historia, de matemáticas, de geografía, de física, de bilogía, de religión, de ética, de lengua y de educación física. Y, en televisión, vería bien que se hablara de Auschwitz en “Mujeres y hombres y viceversa”, en “Sálvame”, en “Operación Triunfo”, en “Chester”, en “Mi casa es la tuya”, en “Salvados”, en “Ilustres ignorantes” y hasta en la información meteorológica. Como dice Enrique Moradiellos, recordar el crimen supremo de Auschwitz no es solo un deber de conciencia cívica, sino también un ejercicio de prudente prevención ante un segundo Auschwitz. Wilhelm Reich se negaba a admitir que el nazismo fue producto de la ignorancia o una ilusión de las masas porque estaba convencido de que las masas lo desearon en un determinado momento y en determinadas circunstancias. Y eso necesita una explicación. Por eso la escuela y televisión, como alcaldesas nuestras que son, nos deben una explicación y esa explicación que nos deben, nos la tienen que pagar. En clase de matemáticas o en “Operación Triunfo”.

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