Hedy Lamarr fue una actriz bellísima y, también, una notable inventora, así que Hedy Lamarr es tanto la protagonista de “Sansón y Dalila” como la inventora de un sistema de comunicación que es la base de la seguridad en dispositivos Wifi, Bluetoot, GPS y teléfonos móviles. Hedy Lamarr es la mujer que escandalizó al mundo cuando apareció desnuda en “Éxtasis”, una película condenada por el Papa y por Hitler, y la mujer que inventó un torpedo controlado por radio. Hay dos Hedy Lamarr. La primera, más conocida, es la que seduce a Víctor Mature disfrazado de Sansón. La segunda, casi desconocida, es la que nos habla en el documental “Bombshell: la historia de Hedy Lamarr” (Xtra) de lo fácil que es para una mujer parecer glamurosa (“lo único que tiene que hacer es quedarse quieta y parecer estúpida”) y de lo difícil que era para una estrella de Hollywood como Hedy Lamarr ser Hedy Lamarr y, a la vez, una atrevida inventora. Hedy Lamarr se casó muchas veces, murió arruinada físicamente y amargada con el mundo, vendió bonos de guerra, actuó para las tropas estadounidenses, inspiró a Catwoman, trabajó en sus inventos después de agotadoras jornadas en el plató, firmó patentes que no le produjeron fama ni dinero y… quiso dejar de ser judía. Sospecho que Hedy Lamarr habría estado de acuerdo con la filósofa Hannah Arendt, que después de la publicación de su libro “Eichmann en Jerusalén” fue acusada de no amar al pueblo judío.
Arendt reconocía que nunca se sintió movida por el “amor” al pueblo judío porque jamás amó a ningún pueblo o colectivo, ni al pueblo alemán, ni al francés, ni al estadounidense, ni a la clase obrera, ni a nada semejante porque el único género de amor que conocía y en el que creyó fue el amor a las personas. Del mismo modo, tendríamos que amar a Hedy Lamarr no por haber sido una mujer demasiado bella como para ser tomada en serio como científica, ni por su origen judío en una época dominada por las repugnantes ideas nazis, ni por ser víctima de un sistema de estudios que convertía a los actores y actrices en ganado humano, sino por ser Hedwig Eva Maria Kiesler, una persona que nunca quiso ser mujer inventora, sino inventora; que nunca quiso ser judía, sino enemiga del nazismo; y que nunca quiso tener que elegir entre el cine y la ingeniería porque ser Dalila le gustaba tanto como trabajar en su idea de la transmisión en espectro ensanchado por salto de frecuencia. No amemos a la mujer, ni a la judía, ni a la actriz, sino a Hedwig Eva Maria Kiesler, más conocida como Hedy Lamarr.
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