Cuatro emitió esta semana el
último “Samanta y…”. Ya se había tratado el sexo, la belleza o el miedo. Este
estaba dedicado a la mentira, decían. Era mentira, claro: estuvo dedicado, como
todos, a Samanta, que pretende servir de vehículo periodístico para llevarnos a
la realidad, pero es la realidad la que nos lleva a ella. Convencida de que el
periodismo bien entendido comienza por una misma cree contar cómo ve el mundo,
pero solo cuenta cómo se ve a sí misma en un mundo que gira en torno a ella. De
yo a yo y tiro porque me toca.
Repitió escenarios y poses ya
vistas (¿de verdad le da miedo la oscuridad o repite sustos porque le mola
salir en cámara de infrarrojos?). También copió con descaro la escena del
orgasmo fingido por Meg Ryan en “Cuando
Harry encontró a Sally” en el Katz's Deli de Nueva York, a la que solo aportó
su amado yo. Pero el delirio llegó en “Samanta y… la vida” cuando asistió a su
propio funeral. Epicuro explicó que
es imposible vivir la propia muerte. Wittgenstein
aclaró que “la muerte no es un
acontecimiento de la vida”. Da igual, Samanta quiere ser la niña en el
bautizo, la novia en la boda y la muerta en el entierro.
Riendo y gimoteando, pero sobre
todo creyéndose su propia sobreactuación, Samanta asistió como única invitada a
una fiestuki funeral ‘happy flower’ para
niños pijos: ella sola comiendo, bailando y cantando entre fotos de ella,
globos, rotus para pintar corazones de colorines, emparedados, chucherías,
carpas en un jardín junto a la piscina en una tarde soleada y música en directo.
“Oh, qué chulo. Jolín, es bonito. Me lo
imaginaba así. Jo, es emocionante. Fíjate, y yo no estaré, ¿eh? Es muy yo. Y me
imagino a la gente viniendo aquí. Oh, guau. Ay, las despedidas siempre son
tristes, pero ya que hay que despedirse, hagámoslo bien, ¿no?, un poco de
alegría y unas chuches. Es que me encantaría que este fuera el final”.
Mejor recuperar a Parálisis Permanente: “Me
miro en el espejo y soy feliz, y no pienso nunca en nadie más que en mí. Me
tumbo en el suelo de mi habitación y veo mi cuerpo en descomposición, y veo mi cuerpo en descomposición”.
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