—Hola, me llamo Espíritu Santo, y soy acólito. Como
persona divina formo parte de la Santísima Trinidad, y depender de otras
personas me convierte en acólito. Pero eso lo llevo bien. Llevo peor cómo están
las cosas desde que echan la misa por televisión. Creí que la tele ayudaría a
difundir la fe y el séptimo día podría descansar. Pues no. Ahora tengo que
soplar aun más que antes, ríete tú de los tres cerditos. Antes, entre las
lenguas de fuego y el temor de Dios que quedaba del Antiguo Testamento (cómo lo
añoro) la fe verdadera se difundía sola. Pero tanta herejía, tanto cisma y
tanto espiritismo de pacotilla me tienen trabajando a destajo. Y para más inri
está la misa en la tele.
Los audímetros dicen que “El día
del Señor” lo ven cuatro gatos. Menos de los que van a misa, y mira que van
pocos. Yo venga a soplar para haya más clientela, pero nada. Para que el Padre y el Hijo no digan que no hago mi trabajo tramé un plan divino. Inspiré
a Pablo Iglesias para que pidiera
retirar la misa de la tele pública. Como el chaval no se entera, lo hizo creyendo
que era idea suya. Después moví algunos peones, como Bertín Osborne (“Es más un
afán de acabar con la España que todos hemos mamado, que un ataque
exclusivamente religioso”) y Carlos
Herrera (“Estos tipos están durmiendo
la borrachera a esa hora que sale la misa, la borrachera de cerveza caliente
del sábado”). Tamara Falcó
remató a gol (“Para que Pablo Iglesias no
nos quite la Misa de TVE2 los Domingos enciende la TV y sintoniza el canal
ahora!”). Ese domingo, “El día del Señor” lo petó. Mi satisfacción fue
infinita, pero transitoria.
Todo volvió a ser como antes. No
ve la misa en TVE ni Dios. Es un decir, porque yo lo veo todo. El caso es que
pretendía que aquel impulso durara unos años, quería que los felices beatos
formaran una marea de televidentes, pero se quedaron en un poderoso pero
pasajero tsunami. Como el que mandé a Lisboa en 1755, qué tiempos. ¿Acaso
pretenden que monte una como la de Iglesias cada quince días? ¿Piensan que no
tengo otra cosa que hacer? Dame paciencia, Señor.
—Hola, Espíritu Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario