Don Draper ha vuelto, y eso tiene que estar anunciando el fin de los tiempos o la aplicación del artículo 155. La nueva campaña de Emidio Tucci para El Corte Inglés toma como modelo a Don Draper -vale, es el actor anteriormente conocido como John Hamm, pero Draper se ha comido a Hamm, como Colombo se comió a Peter Falk o Spock se comió a Leonard Nimoy-. Durante siete ex-cep-cio-na-les temporadas de “Mad men”, Draper fue el autodestructivo, egoísta, alcohólicamente masculino y genial director de publicistas en Sterling, Cooper & Co. Nos enseñó las entrañas de las campañas publicitarias, el uso profesional de la mentira, las trampas con las que las corporaciones venden sus productos y cómo, de paso, han inventado al individuo moderno. Suya es la mejor réplica de la historia de las series, ésa que le responde a una clienta que le asegura no haberse casado por no haber encontrado el amor: “ése amor del que usted habla lo inventamos hombres como yo para vender medias a mujeres como usted”.
¡Y ahora Draper reaparece como modelo de un anuncio publicitario! Karen Armstrong dijo esta semana en Oviedo que los nacionalismos han sustituido a las religiones. Seguro. Pero los nuevos dioses no están en el PDeCAT o en ERC, sino en las grandes series dramáticas. En la mitología cristiana, la segunda venida de Cristo marca el final de los tiempos. Muerto el Walter White de “Breaking Bad”, el Nicholas Brody de “Homeland” y James Gandolfini, la única segunda venida que cabía esperar en el siglo XXI era la de Don Draper. Y ha ocurrido. A Cristo lo rescató de la muerte Constantino y el Imperio Romano. A Don Draper, que también termina “Mad men” bastante crucificadito, le rescata Emidio Tucci y El Corte Inglés. El spot, impecable, tiene un cierto deje apocalíptico inserto en el suspense de los informativos de estos días. Draper vuelve transfigurado; ya no sujeta un whisky con una mano. Entendemos el mensaje: estamos preparados para la intervención del Estado en TV3 y para la llegada de la siguiente temporada de “The walking dead”.
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