Vente para España, Andreíta,
que en Birmingham no se te ha perdido nada. Estudiar un grado superior de
comunicación durante dos años en Inglaterra es perder el tiempo. Para empezar,
los ingleses son unos sosos, y para rematar tu madre sabe más que cualquier
fracasado especialista en comunicación que te dé clase. Cómo no van a ser sosos
si allí enseguida se hace de noche, no hay toreros como tu padre, ni madres
coraje como tu madre, ni Telecinco como Dios manda. Y cómo no van a ser
fracasados esos profesores estirados si se pasaron toda la vida estudiando un
montón de palabrería que no sirve para nada. Para nada de nada. La prueba la
tienes en que se darán mucha importancia, pero no ganan ni la décima parte de
lo que gana tu madre anunciando o desmintiendo que se casa, se muda, se separa,
se enfada, se opera o se reconcilia con ese arremango que tiene ella y que
ningún profesor pesado tendrá jamás, y mucho menos si es un triste como son
todos.
Andreíta, vente para España. Aquí
tu madre sigue dando clases de comunicación en “Sálvame”. Cualificación para
enseñar no le falta porque todo lo aprendió en la escuela de la vida, que es la
mejor universidad que hay. Como ya cerró el anterior ciclo de noviazgo,
conflicto, boda, conflicto, desengaño, conflicto y separación; ahora empieza de
nuevo. Con el cuentakilómetros a cero, vuelve a coquetear con la posibilidad de
otra boda. Con sus invitados, sus vestidos, sus renovadas ilusiones. Y con sus
correspondientes conflictos intensos, jugosos y rentables. Para que la
comunicación funcione conviene tener algo que comunicar, a ver si te enseñan
esto los listos que te dan clase.
No hagas lo contrario de lo que
tu madre ha enseñado a toda España con su ejemplo, Andreíta. En la anterior
boda te tocó llevar las arras y el negocio marchó requetebién. A ver por qué
ibas a tener que faltar a la fiesta justo ahora que has decidido vivir de la
comunicación. Te conviene estar más en primera fila que nunca para aprender de
la mejor, de la Esteban, de tu madre.
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