La semana pasada, el barrio gótico de Barcelona se coló no en las imágenes de los telediarios para ilustrar el inminente apocalipsis zombi-independentista sino, gracias al imprescindible “Nuestro cine” de La 2, en algunas secuencias de “El conde Drácula”, la olvidada pero valiosa película de Jesús Franco protagonizada por el enorme Christopher Lee. Seguro que algunos buscan, y por lo tanto encontrarán, lectura política a la emisión precisamente ahora de esa fiel versión de Drácula ambientada en Barcelona, como sin duda buscarían, y encontrarían, razones ocultas en la emisión de “El castillo de Fu-Manchú”, otra película dirigida por Jesús Franco y protagonizada por Christopher Lee en la que vemos al genio del mal chino en el parque Güell de Barcelona. El barrio gótico de “El conde Drácula” y el parque Güell de “El castillo de Fu-Manchú” no pueden interpretarse ni a favor ni en contra del referéndum porque sólo son películas programadas en un momento en que todo, desde una película de Jesús Franco a un gesto de Guardiola pasando por la celebración de un gol en el Camp Nou, se relaciona con ese referéndum que une a los chicos de Puigdemont con la extrema izquierda menos extrema y menos izquierda de la historia del movimiento obrero.
Otra cosa son las declaraciones de Joan Manuel Serrat sobre el referéndum, unas declaraciones tan estudiadas, analizadas, destripadas y examinadas como las del Papa cuando habla del cielo y del infierno. Independientemente (con perdón) de lo que dijo Serrat, creo que sus declaraciones son radicalmente valientes o, en estos días extraños que vivimos, heroicas. El filósofo británico J. O. Urmson estableció de forma clara y exacta las condiciones de un acto heroico: no puede tener por objeto un deber común, debe ser encomiable, y su omisión no puede implicar ninguna culpa. Serrat podía haber omitido sus críticas al referéndum sin que le pudiéramos acusar de falta de compromiso, su acto es encomiable y, sobre todo, opinar sobre el referéndum no es un deber común ni, mucho menos, particular. ¿Desde cuándo es obligatorio opinar? ¿Por qué Serrat es mejor ciudadano después de opinar públicamente sobre el referéndum que antes de hacerlo? No hay nada heroico en el barrio gótico de Barcelona sometido al terror de Drácula, pero hay mucha heroicidad en Serrat cuando habla sin miedo, y sin deber, sobre el castillo de Fu-Manchú.
1 comentario:
Pues estamos de acuerdo. Y lo más heroico que veo en las declaraciones (efectivamente medidas y cautelosas) de Serrat, es el presumible aluvión de críticas, insultos y menosprecios que le iban a caer encima. Y que le han caído.
Barcelona, con o sin Drácula y Fu Manchú, ha sido, es y debería seguir siendo, una ciudad preciosa, abierta, cosmopolita y amable.
Esto es un sin vivir :S
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