Igual que el Ejército
estadounidense no puede, visto lo visto, enviar a sus soldados a más guerras
sin tener en cuenta el problema que supondrá su posterior reinserción en la vida
civil, Telecinco no debe reclutar más concursantes de “GH” sin un plan de
reinserción en la vida postelevisiva. Ahí tenemos el caso de Miguel Vilas, un exconcursante de “GH 17” que ya en la casa no sabía
qué hacer para ganar protagonismo y desde que la dejó anda por ahí dando tumbos
escarbando en su propio yo. De sus constantes esfuerzos para llamar la atención,
el que más llama la atención es su constante esfuerzo para llamar la atención, siempre
excesivo, siempre centrado en la hipertrofia de sí mismo: que si se opera, que
si no; que si se implanta cosas o corta cosas, que si no; que si está conforme
consigo mismo y su vida, que si no. Ahora vende su propio semen en forma de
colonia para mujer hecha, según dice, con su propio semen.
Aunque no aclara qué tipo de
hombre se puede sentir atraído por una mujer untada con tal potingue, esperemos
que el negocio, además de darle muchas satisfacciones al chaval, también le dé
para vivir. Pero parece difícil. Por eso Telecinco debería firmar al principio
de cada nueva edición de “GH” un seguro que se hiciera cargo de sus concursantes
para que al terminar no se vieran, como se ven tantos, con una mano delante y
otra detrás; o como el pobre Miguel,
con las dos manos delante para abastecer su loca empresa. Si es malo volver de
Vietnam y no sentir las piernas, peor es salir de “GH” y montar un negocio con
tal nivel de exigencia física que acabes por no sentir la entrepierna.
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