La gran mayoría de los sistemas penales occidentales contemplan la reincidencia como un agravante de la responsabilidad criminal. En efecto, como ya habrán adivinado, esta columna trata sobre la vuelta del programa de Javier Cárdenas a nuestra televisión pública.
El argumento jurídico es muy sencillo: lo que ha empezado a ocurrir desde el pasado lunes en La 1 más o menos a la hora de la cena es aun más grave que lo que ya ocurría en la temporada pasada. No, el “Hora punta” de estos días no está siendo peor que el “Hora punta” preveraniego; los físicos demostraron a lo largo del siglo XX que la naturaleza posee ciertos límites imposibles de sobrepasar, y “Hora punta” y Javier Cárdenas ya alcanzaron el cero absoluto de la televisión en su primer año. Tras lo visto en su vuelta constatamos que los temas tratados siguen teniendo un nivel de interés homeopático, que los aspectos formales y los aspectos de contenido de la conducta verbal del presentador compiten ferozmente entre sí por ver cuál alcanza niveles más bochornosos, que la realización y el tono general que lo impregna todo en “Hora punta” no alcanza el mínimo exigible para cualquier canal, no ya de televisión, sino ni siquiera de youtube.
La conducta en sí sigue siendo la misma, pero esta vez agravada por su carácter reincidente. Ya es el segundo año que nos lo hacen. El legislador entiende que la reincidencia ha de aumentar la pena que se impone pues indica una menor voluntad de reinserción del delincuente y una mayor alarma social al existir una mayor probabilidad de nuevas ocurrencias del crimen en el futuro. Cárdenas y TVE han de ser juzgados, respectivamente, como presentadores y cadenas reincidentes. La pena -jurídica, legal- que se les imponga habrá de ser proporcional a la pena -emocional, sentimental- que se siente al ver “Hora punta”, pero incrementada por la tenaz, obcecada y terca perseverancia en el error que demuestra el retorno de Cárdenas para aburrirnos un año más.
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