10/8/17

ÑAM, ÑAM Y ÑAM


Aunque no soy de los que suelen organizar para sí mismos maratones de series de televisión (por cierto, si el legendario Filípides, que según la tradición recorrió la distancia entre Maratón a Atenas para dar la noticia de la victoria de los griegos ante los persas, supiera que le recordamos cuando vemos una serie completa de un tirón, seguro que se sentaría con Milcíades a ver “Hermanos de sangre”), a veces lo hago si el sábado es lo bastante lluvioso y el domingo se presenta lo suficientemente triste. Puedo ver muchos capítulos seguidos de “Expediente X” o de “The Wire”, pero sólo hay tres series en las que me niego a mutilar la secuencia de apertura por muchos capítulos que lleve a mis espaldas: “Las chicas Gilmore”, “Los Soprano” y “House of Cards”. ¿Por qué? Yo qué sé. El corazón televisivo tiene razones que la razón no entiende.

Dice santo Tomás de Aquino en la “Suma Teológica” que la voz del venado es placentera para el león y para el hombre, pero por razones diferentes: agrada al león porque le asegura la comida, pero gusta al hombre porque es armoniosa. Supongo que con las secuencias de apertura de nuestras series favoritas sucede algo parecido porque algunos se alegran con la música de “Juego de tronos”, que anuncia unos cuantos minutos de comida audiovisual, pero otros se quedan con esa música que acompaña a los créditos de inicio porque es armoniosa. Utilizo el mando a distancia sin piedad en las secuencias de apertura de “Big Bang”, “House”, “Gotham” o “El ministerio del tiempo” (a pesar de que están muy bien) porque en ellas soy como el león cuando escucha la voz del venado y sé que me aseguran la comida; pero soy incapaz de ver un capítulo de “Las chicas Gilmore” sin escuchar “Where You Lead” en las voces de Carole King y Louise Goffin mientras Lorelai y Rory se comen la pantalla, no soporto meterme en el mundo de “Los Soprano” sin ver antes a Tony conduciendo su coche por Nueva Jersey mientras suena “Wake Up This Morning” de Alabama 3, y jamás de los jamases caeré en la tentación de adentrarme en un capítulo de “House of Cards” sin pasar antes por lar gélidas imágenes de la ciudad de Washington aliñadas con la música de Jeff Beal. Cada capítulo de “Las chicas Gilmore”, “Los Soprano” y “House of Cards” es comida, pero las secuencias de apertura de esas series es pura armonía. Eso sí, después de Carole King, de Alabama 3 y de Beal… ¡a comer! Ñam, ñam y ñam.

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