Jordi González lleva dos domingos gritando a los tropecientos personajes
que llenan “Mad in Spain”. Grita a quien grita para que no grite. No calla
pidiendo que calle quien no calla. No escucha a quienes no escuchan para que
escuchen. Habla a la vez que los que hablan a la vez para que no hablen a la
vez. Pero eso son los momentos buenos. En los malos, esos raros instantes en
que los participantes, válgame el cielo, hablan de uno en uno y de esa forma
tan aburrida que proporciona la educación y el respeto a los demás, González se
pone nervioso porque sabe que pierde audiencia. Esa audiencia que Telecinco ha
creado.
Telecinco es una cadena de
bomberos pirómanos. Llevan lustros apagando fuegos que ella misma provocan.
Bueno, haciendo que los apagan. Llenan los platós de material inflamable, hacen
saltar chispas y luego se sorprenden de los incendios. Invitados enfrentados,
conflictos manifiestos o latentes, heridas sin cicatrizar, lucha de egos en
platós repletos de tertulianos e invitados que tienen que luchar para hacerse
oír, para justificar que los vuelvan a llamar, para acaparar unos segundos más el
micrófono. Y eso sin olvidar los montajes, claro. En medio, los presentadores se
encargan de provocar fricciones y subir la temperatura. Administran el
lanzallamas. Y luego, cuando el fuego empieza a extenderse, van corriendo con
la manguera, pidiendo orden, tranquilidad, educación. “Por favor. ¡Por favor! ¡¡¡Por favor!!!”, grita Jordi una y otra
vez. Hay que ver cómo se ponen las fieras a nada que las azuzas.
Ese es el mayor éxito de
Telecinco: que los invitados no hagan caso a los presentadores, no callen, se
enfaden, griten, insulten, amenacen con demandas, se porten mal y, con suerte,
el incendio vaya tan bien que alguno marche del plató. En el último “Sábado
deluxe”, Sonia Monroy tuvo una
enganchada de aúpa con la presentadora, María
Patiño. Gritos, golpes, huida iracunda, truenos y aparato eléctrico. Tras
la tempestad, la calma y la vuelta al plató. Un éxito. “Esto no lo había visto en mi vida”, dijo un desconcertado David Alemán, que debutaba como
copresentador. Se ve que no forma parte de la audiencia que Telecinco ha creado
y no está acostumbrado al negocio. Él sabrá si quiere acostumbrarse.
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