22/8/17

EL MANDO, A DISTANCIA


Le propongo un experimento científico tan fresco y ligerito como la ligerita y fresca tele veraniega. Intentaremos responder esta pregunta: ¿a qué distancia nos permite separarnos de la tele el mando a distancia? Tal y como dicen los gilipollas cuando pierden el premio que han ido a ganar a los concursos de la tele, hemos venido aquí a jugar y divertirnos. Así que nuestra investigación será inexacta y carente de rigor. Que no se entere Sheldon Cooper.

A metro y medio, el mando a distancia funciona: aprietas un botón y se enciende la tele. Das un paso atrás y funciona: das a un botón y cambia de cadena. Sigues dando pasos atrás y aparecen las primeras dificultades. Y las correspondientes conductas supersticiosas: es mejor si antes sacudes el mando, si guiñas un ojo mirando al piloto led del televisor, si giras las pilas dos vueltas y media, si aprietas el botón fuerte con la uña y sueltas de repente, si cuentas hasta diez antes de apretar, si dejas la mente en blanco para que tus ondas no interfieran, si atiendes al Feng shui, si deseas que el universo conspire a tu favor, si alineas tus chacras, e incluso, en una mala, si tiras el mando con mala hostia a ver si le das a la tele justo en el botón correspondiente. El caso es que cada vez estás más y más lejos. ¿Funcionará si desde el pasillo apuntas al espejo del salón en el que ves reflejada la tele? Coño, parece que a veces sí. ¿Y si vas a la puerta de casa y desde el espejo de la entrada tanteas al espejo del salón por si hay suerte con el rebote de la señal? Aprietas.

Mucha gente dice que usa la tele para desconectar. Sí, ya sé que habría que preguntarles para desconectar de qué, pero el caso es que lo dicen. ¿Qué tal si continúas el experimento y usas el mando para desconectar de la tele? Sé realista, estás en la puerta de casa haciendo el chorras porque te aburres, así que deja el mando en el mueble de la entrada, coge las llaves de casa y sal. Afuera es verano. En la calle aun hay gente que pasea, charla y toca el mundo sin una pantalla en medio. Lejos, rozando el cielo, está el horizonte. Acércate, allí no alcanza ningún mando a distancia.

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