Hay que ver qué simpáticas son
las imitaciones en televisión. Qué divertido es ver a uno disfrazado de David Bisbal que canta y baila y
gesticula y se viste y vocaliza y se peina y se ríe y se mueve como Bisbal y es
que lo ves a él y es como si vieras a Bisbal porque es que es igual en todo a
Bisbal excepto en que no es Bisbal. Y quien dice Bisbal, dice cualquier otro. No
es de extrañar que en la tele triunfen los programas de imitaciones. Ves un
montón de actuaciones como en las galas de antes, pero ahora es mejor porque ya
no sale un cantante detrás de otro sin más, que eso está muy visto y no tiene
mayor interés. Ahora, además de ver las actuaciones, te ríes y ves quién lo
hace mejor y quién peor y es más emocionante.
Los que van mal con tanta
imitación son los cantantes a los que imitan. Con el cuento de las imitaciones
ya no salen por la tele cantando sus canciones más que en las galas de Año
Nuevo. Y eso hasta que se empiecen también a hacer las galas de Año Nuevo con
imitadores. Si un cantante de esos a los que la tele siempre llamó ‘artistas’
quiere hoy usar como antes la tele para promocionar su carrera va de cráneo. Que
se olvide de salir en una gala cantando su última canción. Las teclas que tiene
que pulsar ahora son otras. Tiene que someterse a la dictadura rosa y aceptar alimentar
periódicamente con carnaza los programas de cotilleos. Tiene que someterse a
las nuevas condiciones laborales y aceptar ser jurado en algún concurso de
talentos o incluso de imitadores, y eso sin descartar ser él quien tenga que
imitar a otros, que la cosa está muy mal. Y tiene que estar atento a ver cuándo
sale alguna imitación suya en la tele y aprovechar la ocasión para ganar un
poco de protagonismo: debe felicitar a su imitador por tierra, mar y aire para
que todo el mundo se entere de lo bien que encaja las bromas y lo campechano
que es; debe poner en las redes sociales lo superespecial que fue la imitación,
llamar emocionado al programa, y, si puede, visitar el plató para echar unas
risas y mostrarse encantador. Si tiene suerte, a lo mejor en verano le salen bolos
para ir tirando. Pero que se ande con tiento en el escenario y se esmere en
parecerse a sus imitadores, no vaya a ser que el público no le reconozca.
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