Imagínese que marca el gol de la victoria en una final de la Liga de Campeones en el último minuto pero, a cambio, tiene que pagar con algo: se va a quedar calvo. Ahora imagínese que esta pregunta no se la hacen a usted, sino a Griezmann, el delantero del Atlético de Madrid. Voy a abusar un poco más de su imaginación y le voy a pedir que suponga que Griezmann responde que no, que imposible, que le da igual que sea una final de la Liga de Campeones, que no quiere quedarse calvo. No hace falta que se imagine todo esto. Griezmann prefiere su pelo a marcar un gol en el último minuto de una final de la Liga de Campeones. Supongo que Girezmann está muy orgulloso de su pelo, o puede que su respuesta esté inspirada por H&S, la marca de champú que patrocinó la entrevista en la que el delantero francés hizo esta declaración de amor capilar. Pero no seamos malos. Seguro que a Griezmann le gusta el pelo y a Messi le gustan las patatitas, a Ronaldinho las natillas, a Brad Pitt las colonias carísimas, a Iniesta los helados, a Loquillo la cerveza, a George Clooney el café y a Fernando Alonso los relojes tanto como a Bill Murray le gusta la mierda de güisqui japonés que anuncia en “Lost in Translation”. De acuerdo. Uno de los mejores delanteros del mundo prefiere no quedarse calvo a marcar un gol histórico. Vale.
¿Renunciaría Pablo Motos a sus abdominales a cambio de presentar “Saturday Night Live” en Estados Unidos? ¿Aceptaría el Gran Wyoming hablar inglés tan mal como Aznar si Bill Maher le invitara a su programa? ¿Estaría dispuesta Pilar Rubio a cambiar el color de sus ojos para participar en un programa en el que no tuviera que hacer el chorras? ¿Carlos Sobera se haría uno de esos peinados ridículos de moda si así consiguiera escapar del infierno de las cenas de “First Dates”? ¿Bertín Osborne dejaría de sonreír para siempre jamás a cambio de doscientos mil millones de euros? ¿Los concursantes de “Mujeres y hombres y viceversa” leerían a Kierkegaard para conseguir una portada de “Interviú”? ¿Haría Belén Esteban voto de silencio si se reformara la Constitución para nombrarla princesa del pueblo? Creo que no. Me temo que todos, en el fondo, somos como Griezmann y preferimos el pelo, unos buenos abdominales, no hacer el ridículo hablando inglés, unos bonitos ojos, un peinado lógico, una sonrisa contagiosa, una vida sin Kierkegaard o no cerrar jamás la boca antes que marcar un gol en una final de la Liga de Campeones. ¿O es que Pablo Iglesias se cortaría la coleta si así consiguiera ganar una moción de censura a la tiranía del Madrid de Ronaldo?
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