El documental “La era de la estupidez” (La 2), en el que el gran actor Pete Postlethwaite observa desde el espantoso mundo del año 2055 cómo la humanidad fue incapaz de hacer algo para evitar los devastadores efectos del calentamiento global, es inquietante porque la pregunta fundamental (¿cómo es posible que los humanos no hiciéramos lo que sabíamos que había que hacer cuando todavía había tiempo para hacerlo?) sigue en pie, porque las horripilantes decisiones de Donald Trump nos acercan al abismo como si fuéramos el Coyote persiguiendo al Correcaminos, porque todo indica que el ser humano no es muy diferente del escorpión de la fábula que pica a la tortuga que accedió a ayudarle a cruzar un río a sabiendas de que así los dos se ahogarían, y porque el documental es del año 2009 y, desde entonces, las cosas no han mejorado y parece que, en verdad, está en la naturaleza humana picar a la Tierra hasta destruirla como estaba en la naturaleza del escorpión que picara a la tortuga en mitad del río. Decía san Agustín que hay dos clases de personas, los que se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios, y los que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos. Bueno. Los humanos de la era de la estupidez hemos demostrado que amamos al petróleo hasta el desprecio de nosotros mismos. No se trata de ser o no ser, sino de Shell o no Shell.
Después del entierro de Charles Darwin en la Abadía de Westminster, un lord que estaba allí porque había que estar allí preguntó a Thomas Huxley si Darwin tenía razón. Huxley respondió que es seguro que Darwin tenía razón, y entonces el lord hizo, muy bajito, la gran pregunta: “¿Y no se le pudo hacer callar?”. Un genio. Hemos aprendido mucho desde el lord al que tanto molestaba la teoría de la evolución de Darwin. Hemos aprendido a hacer callar a los nuevos Darwin dejándoles hablar todo lo que quieran. Hemos aprendido a permitir que documentales tan demoledores como “La era de la estupidez” se emitan un domingo por la noche en una televisión pública o estén al alcance de un clic. Hemos aprendido que vale lo mismo la opinión del primo de Rajoy que la de Al Gore, el presidente de la Shell, el investigador James Hansen o la Asociación de Amigos del Dióxido de Carbono. Hemos aprendido que la verdad no está ahí fuera, como creía Fox Mulder, sino que la verdad está muy lejos. Lejísimos. La verdad está en el año 2055, o por ahí. ¿A quién le importa lo que yo haga?
Doc james
ResponderEliminarHola, mi nombre es Dr. James Henry del Hospital Universitario de la Universidad de Benin, soy especialista en Cirugía de órganos, y nos ocupamos de la compra de órganos a humanos que desean vender, y estamos ubicados en Nigeria, EE. UU. Y Malasia , pero nuestra oficina central está en Nigeria. Si está interesado en vender su riñón o vender cualquier parte de su órgano corporal, contáctenos para obtener más información. Contáctanos a través de
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Esperando saber de ti.
Saludos,
Dr. james
CEO
UNIVERSIDAD DE BENIN HOSPITAL DE ENSEÑANZA.