No he pasado del tercer capítulo de “Por trece razones”. Dejé de verla porque temo que me induzca al suicidio. Demasiado Estados Unidos. Demasiado teen. Demasiado instituto. Demasiado yo. Adolescentes que se juegan su identidad en cada segundo. Cuidado con la ropa, el yo depende de unos pantalones. Ojo con el peinado, un error puede suponer perder tu identidad. Tu yo ha de manifestarse en el bar al que vas, en el café que tomas en el bar al que vas, en la taza en la que te sirven el café que tomas en el bar al que vas, en la galletita que acompaña la taza en la que te sirven el café que tomas en el bar al que vas, en el esmalte de uñas con las que rasgas el envoltorio de la galletita que acompaña a la taza en la que te sirven el café que tomas en el bar al que vas. Cada foto es identitaria. Cada frase que dices -¡todas las frases que se dicen en “Th1rteen r3asons why”!-, tienen un único subtexto: “¿A que soy muy guay? Eh, tú, ¿no me oyes? Que te estoy diciendo que molo mucho. ¿Qué eres, gilipollas? ¿no te parezco sofisticado, especial, no manejo bien los códigos…? ¡Hazme caso! ¿Por qué nadie me hace caso? Nada tiene sentido”. Yo. Yo. Yo. Yo. Yo.
Sólo hay dos reglas en este juego: primera, lo único que importa en la vida es gustar; segunda, lo único que importa en la vida es negar que lo único que importa en la vida es gustar. Desde dentro del juego podemos fingir que no existen las cosas que desde fuera son escandalosamente visibles. Dos y dos son cinco. El sexo no tiene nada que ver con la reproducción. La debilidad es la nueva fortaleza -mejor en inglés: “weakness is the new strength”-. Soy la primera y, que yo sepa, la única persona que existe. Quizá hubo un tiempo en donde unas zapatillas eran unas zapatillas; nadie lo recuerda; ahora unas zapatillas es el yo. Basta con saber manejar tres cosas: la expresión de las emociones, el iphone y a las demás personas. La única alternativa es… un momento, no hay alternativa. Además, a veces se gana. Y si se pierde, sólo se pierde el yo, que de tanto ser todo resulta que ya no es nada. En la tele parece divertido. No he pasado del tercer capítulo de “Por trece razones”. Dejé de verla porque temo que me induzca al suicidio. Al suicidio por aburrimiento.
Corrígeme si he malinterpretado tu entrada o realmente querías decir más de lo que yo he entendido.
ResponderEliminarIntentaré dejar de lado la parte no constructiva de esta crítica y centrarme en lo importante.
Me sorprende bastante que tras ver esta serie -aunque puede que el problema esté ahí, en que no la hayas visto entera- te hayas quedado únicamente con lo más superficial del asunto.
Primero decir que, en el instituto como en la casa de Gran Hermano, todo se intensifica. Parece que al crecer todos olvidamos cómo era el instituto o nos queda muy lejos para sentir empatía alguna por la situación. Pero lo que tú describes no es algo que se limita a los institutos de la ficción americana, sino el día a día de muchos jóvenes.
Es cierto que esta serie ha abordado ciertos temas muy mal. Siendo el primero las características físicas y la actitud de la protagonista -pues lo único que se consigue es que los agresores/opresores en la "vida real" se sientan identificados con la víctima y no con los "bullies"-, o el hecho de que no se tratase el tema de los problemas mentales en ningún momento, cuando juegan un papel primordial en los suicidios.
Pero esto no debería dificultarnos ver los mensajes importantes que hay. El pasotismo de los institutos y docentes en los temas relacionados con el bullying, como toda la culpa siempre recae en la mujer cuando hay algún tipo de atentado contra su persona (¿No le dijiste que parase?,¿Qué llevabas puesto?,¿Cuánto habías bebido?, etc) y un millón de cosas más.
Aquí termina lo constructivo de mi crítica.
Opino que podrías hacer uso de tu influencia y realmente publicar una entrada que aporte un punto de vista interesante y que ayude, más allá del clásico "qué pesada Hannah, todo el día buscando ser el centro de atención, voy a suicidarme de aburrimiento". Analizar como todos los abusos hacia su persona parten del machismo (las violaciones, la homofobia y un sinfín mas), por ejemplo.
Si bien esta serie debería sobrar, en tiempos en los que los problemas de los adolescentes son "cosas de niños" es muy necesaria. Niños y adolescentes se suicidan constantemente porque no soportan más las condiciones en las que están obligados a convivir.