Creeré en el declive de “Los Simpson” cuando me trague que estamos viviendo el declive del capitalismo. Ja. En cuanto al declive de “Big Bang”, creo que está más cerca del declive de la socialdemocracia que del declive del capitalismo, pero eso no quiere decir que Sheldon Cooper y compañía ya no sean divertidos o que los nuevos capítulos de “Big Bang” hayan dejado de ser a la física teórica lo que “El ministerio del tiempo” es a la historia o “Mi gran boda griega” al gran logro de que muchos asociemos la expresión “¡opa!” con la alegría y no con una oferta pública de adquisición de acciones u otros valores. O sea, que el declive de “Big Bang” es inevitable pero, como dice Juba en “Gladiator”, aún no. Aún no.
Una serie puede retirarse por todo lo alto, como “Los Soprano”, o puede estirarse siendo consciente de su propio declive, como “Expediente X” o, quizás, “Perdidos”. Yo soy partidario del declive controlado porque uno de mis héroes, el gran viajero y escritor Patrick Leigh Fermor, un hombre que vivió y bebió la vida como pocos lo han hecho, afrontó su declive físico en su casita de Grecia con una enorme entereza y elegancia. Dice Dolores Payás en su encantador “Drink Time!”, una semblanza de primera mano del gran escritor inglés, que la rutina diaria y el apego a las formas de Fermor le eran imprescindibles para sobrellevar su deterioro con distinción y estoicismo. La rutina no tiene buena fama, pero a Fermor le funcionaba muy bien (siempre se adecentaba, se peinaba y se ponía traje antes de la obligatoria copa previa a la cena, por ejemplo) y a las grandes series televisivas también les sienta de maravilla. ¿Que algunos capítulos de “Big Bang” parecen rutinarios? Es posible. Pero no hay problema mientras los diálogos y referencias sigan siendo elegantes y mientras Howard y Penny lleven su deterioro con distinción, estoicismo y alegría. Los últimos capítulos de “Expediente X” perdieron algo las formas, pero prefiero que los chicos y chicas de “Big Bang” pierdan las formas antes que despedirme ya de todos ellos. Aunque la mejor opción es que la rutina de “Big Bang” se alargue alguna temporada más, que Sheldon se ponga traje para cenar y que después vea “La guerra de las galaxias” con Amy y con un güisqui con soda entre las manos, pero en su sitio. Siempre en su sitio.
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