Enhorabuena, Rocío, ya eres la flamante nueva ganadora de la última edición de “La voz kids”. Cantaste “Cuando nadie me ve” por Alejandro Sanz con duende y calidez, y te llevaste el premio de calle. No quiero pronunciarme sobre si fue justa o no tu victoria, porque los demás niños que competían contigo también cantaron bonito. Sólo quiero felicitarte y desearte muchísima suerte en el difícil camino que has comenzado a emprender. No creas que el triunfo en “La voz kids” es un punto de llegada; al revés, sólo es el inicio de la inmensa tarea que tienes ahora por delante: olvidarte por completo de todas las tonterías en las que has andado metida durante las últimas semanas e intentar volver cuando antes a lo que debería ser la vida cotidiana de una chica de catorce años.
Para eso sí que va a hacer falta arte. Y disciplina. Y esta vez no vas a tener ningún coach que te ayude. No va a ser fácil olvidar todos los halagos, quizá justos pero con seguridad interesadísimos, con los que han bombardeado tu adolescencia. No va a ser fácil sacudirse todos los pájaros de la cabeza que te han metido profesionales cuyo trabajo consiste en alejar a chicos de tu edad de su mundo normal, el único en el que deberían moverse en este momento de sus vidas. Hasta aquí tu aprendizaje ha sido exigente y riguroso, pero lo verdaderamente complicado empieza ahora: desaprenderlo todo y hacer que “La voz kids” no haya sido más que un juego.
Mucha gente, -los primeros, tu familia-, puede ganar dinero contigo. Ellos te han colocado en una situación vital tan anómala que, por muy duro que pueda ser emprender la carrera musical que te están ofreciendo, más duro todavía puede ser no emprenderla, esperar a que cumplas una edad en la que tengas más fundamentos de juicio, volver a tu barrio con tus amigos y seguir creciendo en tranquilidad, sencillez y una visión realista de la sociedad a la que perteneces. Para eso sí que vas a necesitar fortuna. Y es la que quiero desearte en esta columna. Enhorabuena, Rocío, y mucha suerte para salir de ganar “La voz kids” sin secuelas.
Chapeau!
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