Saltar al agua desde gran altura
ya no es tan peligroso como antes. No porque hayan sacado un aparatín en la
Teletienda que permite hacer el cafre sin riesgo a un precio increíble, sino
porque si ahora la peña salta y se hace daño ya no nos importa como antes.
Según esa teoría delirante que
asegura que la tele da al público lo que pide, en 2013 el público chifló y anhelaba
mirar cómo famosillos y famosetes saltaban al agua y hacían ‘splash’ (‘chof’, si se trataba de Falete).
Atentos a estas demandas del mercado, Telecinco y Antena 3 competían con una
amplia oferta televisiva que iba desde famosillos que en “Splash! Famosos al
agua” saltaban a una piscina hasta famosetes que a una piscina saltaban en “¡Mira
quién salta!”. Por ello, los colegios de fisioterapeutas advirtieron de la gran
cantidad de accidentes con graves secuelas que ocasionan estos saltos. Naturalmente,
los medios de comunicación dieron importancia a sus advertencias, las
divulgaron y avisaron de los riesgos que encierra imitar esta conducta. Hasta
que al año siguiente el público dejó de pedir saltos, la cadena dejó de
emitirlos, los fisioterapeutas dejaron de advertir, los medios dejaron de hacer
de caja de resonancia, y, por ensalmo, desapareció esa cadena en la que el buey
bebía el agua que apagaba el fuego que quemaba el palo que golpeaba al perro
que mordía al gato que comía el cabrito que mi padre compró por dos chavicos.
Ahora podíamos pasar a considerar
peligroso aguantar a lo loco la respiración bajo el agua sin vigilancia
adecuada ni entrenamiento alguno. Pero no. El público demandó apneas de famosos,
pero solo un día. Telecinco y Antena 3 no emitieron “¡Mira quién se asfixia!”
ni “Aaghh, famosos cianóticos”. Solo en “Supervivientes” hicieron una apnea
para esa pequeña demanda del mercado. Un famosete se pasó de la raya y sufrió un
desmayo y convulsiones. Ningún medio divulgó las advertencias de ningún
colectivo médico avisando del peligro que tiene hacer el gilipollas. Solo los
jefes de pista, Lara Álvarez y Jorge Javier Vázquez, pidieron más
cuidadín, y después siguió el espectáculo. Y ya está.
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