“La isla” (laSexta, miércoles por
la noche) es un programa de aventuras en el que dejan a catorce señores solos abandonados
en una isla deshabitada (bueno, vale, “deshabitada” hasta que llegan ellos). Es
el último espacio de Pedro García Aguado, que
después de lidiar con delincuentes con afán de protagonismo en “Hermano mayor”
(Cuatro) y con delincuentes sin afán de protagonismo en “Cazadores de trolls”
(laSexta), ha encontrado una manera de trabajar mucho más cómoda: se limita a soltar
a unos tíos frente a una isla en medio del Pacífico, marcharse y dejarlos desamparados
a su suerte para que se busquen la vida.
Aguado tiene un trabajo bien
descansado. No traza con su espada una línea frente a la isla. No dice a los
participantes que los que no la crucen irán a casa a ser don nadie, y los que
la crucen quedarán en “La isla” a ser famosos. No acompaña a los que la traspasan
dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón
la quedada. No conquista con ellos el Imperio inca. Aguado lleva ya escogidos
de casa a los “Trece de la Fama” (más uno, que tendría que hacer de Pizarro al frente de aquellos “Trece
caballeros de la isla”), y, después de dejarlos allí tirados, el ‘coach’ se las
pira.
En la isla, el reto de los
catorce es sobrevivir aislados (como no podía ser de otra manera: aislados).
Sin comida. Sin agua. Sin recursos. Valiéndose solo de su ingenio, su trabajo,
su habilidad para enfrentarse a las adversidades, su capacidad de sacrificio,
sus talentos individuales, su espíritu equipo. Deshidratados. Famélicos.
Dejados de la mano de Dios y del asesoramiento del asesor. Eso es “La isla”:
enfrentarse a la isla y vencer. Qué emoción. Después de dos entregas, de ver a
los catorce señores participantes enfrentándose a dificultades sin cuento, de
conocer sus perfiles, de evaluar sus estrategias, de apreciar sus
comportamientos, de escuchar sus confesiones, ya tengo un favorito: yo voy con
la señora. En “La isla” yo voy con la isla. ¡A por ellos!
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