11/4/17

MUERTE Y RESURRECCIÓN DE OSIRIS


Nos gusta que nos cuenten siempre los mismos cuentos. La tele lo sabe, por eso emite y reemite “Pretty woman” con la misma insistencia con la que cada Semana Santa cuenta la misma aventura que es descender a los infiernos y después volver a salir. La historia es emocionante y con final feliz, pero le pasa lo mismo que a la farsa de “Pretty woman”: no siendo una historia original, bien podía la televisión cambiarla por alguna de las muchas otras versiones anteriores que existen.

Dioses de viaje por los infiernos hay para dar y tomar. Con la ventaja de que la vuelta al mundo de los vivos ocurre siempre en estos días, coincidiendo con el renacimiento de la naturaleza en primavera. En Mesopotamia y en las culturas sirio-fenicias y mediterráneas era un éxito la historia de la diosa sumeria Innana. Bajó a los infiernos a rescatar de la muerte a su amante, Tammuz o Dumuzi, que triunfante resucitaba en primavera. TVE puede optar si quiere por alguna versión posterior, con el Adonis greco-sirio en el papel de Tammuz-Dumuzi; y, sustituyendo a Innana, Afrodita —o sea, Venus— la diosa del amor, o Perséfone, la diosa del Hades. La ilusión de la resurrección puede alimentarse haciendo desaparecer los cadáveres de las tumbas, como en el cementerio real de Ur, o simulando la resurrección a través de un agujero, como ocurrió en el caso del rey Enkidu.

La tele tiene mucho donde elegir. Puede optar por el Marduk  babilónico, el Megistos Kouros cretense, o el Attis frigio, pero la muerte y resurrección del egipcio Osiris mola más porque tiene más acción. Y cuenta con malos malísimos como Seth, dios de las tinieblas, que mata de una forma injusta y terrible al bueno de la película, pero al final no se sale con la suya. El prota resucita y vuelve para impartir justicia en los cielos juzgando a los muertos para premiar a los buenos y castigar a los malos en el más allá. Una historia loca, y más para los creyentes en cualquier religión actual que saben que esto de Osiris es sucia patraña, pero que permitiría a la tele dejar de repetir cada Semana Santa siempre la misma triste cantinela con final feliz.

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