Qué flojos. Llevamos diez días
sin que nadie denuncie que un chiste ofendió sus sentimientos religiosos, semanas
sin que la justicia tenga el mal humor de buscarle las cosquillas sin la pretensión
de hacer reír a quien tiene el buen humor de pretender hacer reír sin hacer
cosquillas. No podemos aceptar que la vida siga tranquilamente su curso sin que
unos digan a otros de qué pueden reírse y cuándo pueden verle la gracia a las
cosas o no. Así que revisaremos qué pasó en la tele en busca de algo con lo que
dar sentido nuestras vidas fastidiando la alegría de vivir a los demás con nuestra
santa ira.
En “El intermedio”, Wyoming y Dani Mateo siguen haciendo bromitas con la cruz del Valle de los
Caídos y hablan de cambiarla por un banderín de golf para marcar las tumbas de Franco y José Antonio como hoyos. No sé a qué espera la Asociación para la
Defensa del Valle de los Caídos para ponerles otra denuncia. Lo mismo puede
hacerse con el torero y tertuliano de “Espejo público” Fran Rivera. “¿Para ser
antitaurino hay que dejar de ducharse?”,
preguntó el tío listo; así que los antitaurinos pueden ofenderse por decir
que no se duchan, y quienes no se duchan pueden indignarse por decir que son
antitaurinos. A Cristina Pardo (“Al
rojo vivo”, “Malas compañías”) pueden ponerle una denuncia quienes se lían al
hablar por lanzar este tuit tras la citación de la Audiencia Nacional a Mariano Rajoy como testigo en el caso
Gürtel: “Es la Audiencia la que elige que
Rajoy sea testigo y es el testigo el que no quiere que sea testigo el que
eligen los jueces como testigo”. ¡Solo porque un día el hombre dijo: “Es el vecino el que elige el alcalde y es
el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”! También se puede
ir contra Pepe Rodríguez, que en
“MasterChef” se reía haciendo bromas sobre los mongoles con un concursante
mongol ante su compañera, Samantha
Vallejo-Nágera, madre de un niño con trisomía 21.
Quien no quiera líos que aprenda
de TVE, que con gran tacto se refirió al expresidente de Murcia, Pedro Antonio
Sánchez, no como investigado o imputado, sino como “presuntamente implicado en dos casos de presunta corrupción”. ¡Eso
es elegancia!
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