Queremos más “¡Qué tiempo tan
feliz!”. No podemos permitir que Telecinco cancele el programa de esta manera. Tiene
un compromiso con nosotros, un contrato televisivo implícito que debe cumplir con
todos los que no soportamos ese horror. Pues exijamos que lo cumpla. No dejemos
que el de ayer sea, como dicen, la despedida. Pidamos un par de entregas más
para que al menos semejante tabarra se marche a los infiernos dejándonos buen
sabor de boca.
Si a Wikipedia no le fallan los
cálculos, la emisión de ayer fue la número 664. ¿Es casual que Paolo Vasile haya interrumpido un
programa que hacía como churros precisamente al borde del precipicio del número
666? Claro que no. Nada le costaría hacer un par de entregas más con la calidad
a que nos tiene acostumbrados de ser la misma birria de siempre. Pero no quiso.
Paró en 664 para quitarnos la única satisfacción que nos podía habernos dado
este espacio: alcanzar las 666 emisiones antes de irse al Averno.
Por eso pedimos dos entregas más.
Podían emitirse en dos semanas, entre el sábado y la Pascua de Resurrección.
Qué tiempo tan feliz sería entonces enterrar “¡Qué tiempo tan feliz!” a tumba
abierta. Entonces sí que seríamos felices demostrando que la mamá Campos es el
Anticristo porque es mucha casualidad que, además del 666 del programa, coincida
que si traduces “madre” al arameo y “campos” al griego e inviertes el valor
numérico de las letras impares que te convienen, sumen justo 666. O que el
Anticristo es la hija porque es mucha coincidencia que, además del 666 del
programa, se dé la casualidad de que si traduces “hija” al griego y “campos” al
arameo y doblas el valor numérico de las letras pares que necesitas, sumen justo
666. Si Fríker Jiménez vive de
sandeces así, a ver por qué iba a estar mal divertirse jugando a sacar tres
seises de la chistera torturando un poquito los datos hasta que te dan lo que
pides. Venga, todos a una: ¿Qué queremos? Más “¡Qué tiempo tan feliz!”. ¿Y cuándo
lo queremos? ¡En Pascua de Resurrección, por Belcebú!
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