¿Qué es más perverso, tratar el fallecimiento de un enfermo de cáncer como si fuera una derrota en una lucha (“luchó con todas sus fuerzas pero no pudo vencer”) o tratar la curación de un enfermo de cáncer como si fuera una victoria en una lucha (“luchó con todas sus fuerzas y consiguió vencer”)? Cuando ocurre lo primero -lo hemos visto estos días-, los medios se muestran más prudentes y ponen cierta sordina al mensaje que la alianza de felicidólogos, neurocursis y vendedores de crecepelo ha extendido, según el cual el cáncer supone ante todo una nueva ocasión para ser superguays. Pero cuando ocurre lo segundo, y una persona famosa se cura gra-cias a la me-di-ci-na, esa épica mentirosa llama a rebato y por todas partes se vincula la curación con la actitud emocional heroica que el enfermo logró mantener a pesar de su difícil situación. Sin embargo, por pura lógica aristotélica, es imposible atribuir la curación a la lucha sin atribuir la no curación a la falta de lucha del paciente.
Porque, sí, guste o no guste, el enfermo es un “paciente”, palabra vinculada en su origen con “pasión”, “pasividad”, “pasar”, y cuyo significado abraza esa borrosa área de la vida ante la que inevitablemente somos sujetos pasivos (“sujetos” y “pasivos”). Por supuesto, siempre será mejor estar de buen que de mal humor, animado que desanimado ante un atasco de tráfico, ante un despido inesperado, también ante el cáncer. Pero tergiversar esta obviedad hasta pretender convertirla en un mensaje salvífico es desquiciarla. Pudiera incluso justificarse este engaño si el enfoque misterwonderfuliano de la enfermedad supusiera un apoyo y fuera bien recibido por el enfermo; sin embargo, una buena parte de las personas de mi entorno que han sufrido o sufren cáncer se muestra harta e irritada por este tono pijo que se lleva por delante con su optimismo ciego a buena parte de los enfermos -por ejemplo, a los de cáncer metastásico, de los que nunca se habla-. La única lucha que cabe librar contra el cáncer es la política, la que decide los fondos que se dedican a la investigación, la prevención y el tratamiento, y ésa no se pelea con canciones de amor a la vida sino con votos en las urnas. Intentemos aliviar a los enfermos de esta carga de falsa responsabilidad añadida a su enfermedad que finge poner en sus manos un control que simplemente no tienen. Son pacientes, por mucho que tanta tontería esté acabando con su paciencia.
Este tio no tiene ni idea de medicina moderna...
ResponderEliminarLos últimos avances e investigaciones CIENTIFICAS demuestran y colocan a la actitud del paciente como una de las claves para sobrevivir a un càncer
no parece que tengas tu mucha idea, ni de ciencia ni de estadistica, a no ser que nos puedas decir que estudio centifico explica la relacion DIRECTA del estado de animo con la curacion del cancer. Quizá, y eso es de lo que habla esta columna, es que la gente con buen estado de animo, con actitud luchadora y al final muere no cuente en esas estadísticas.
ResponderEliminarAntes de ser buenrollistas deberiamos estudiar un poco de bioquimica
"Está demostrado científicamente" (sin pruebas, claro) es el argumento supremo de la gilipollez buenrollista
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