No queremos una tele pública cuyo
fin sea que nos sintamos informados, queremos que se nos informe de forma cabal
dentro de lo posible. Igual que no queremos unas fuerzas de seguridad públicas cuyo
objetivo sea que nos sintamos protegidos, sino que nos proteja de forma cabal
dentro de lo posible; ni queremos una DGT cuyo objetivo sea que nos sintamos bien
dirigidos cuando circulamos, sino que dirija bien el tráfico de forma cabal
dentro de lo posible. Cómo nos sintamos o no es algo demasiado escurridizo y,
sobre todo, manipulable, como para servir para evaluar la realidad. No es nada
personal, Protágoras, solo se trata
de cerrar la puerta al capricho, la arbitrariedad y, sobre todo, la
manipulación a las que tan fácilmente se prestan sentimientos y emociones.
Por ello no queremos una tele
pública cuyo objetivo sea que no nos sintamos ofendidos, sino una tele que no
esté pendiente de nuestras creencias, obsesiones o caprichos porque no son de
su incumbencia. Una tele que no nos ofenda porque nos trate como a ciudadanos de
una sociedad plural y equitativa: con justicia, esa señora de ojos vendados y una
balanza en la mano. Una tele que nos trate igual, ni peor ni mejor, que a los
demás.
La edición de “TVE responde” de este
domingo en La 2 volvió sobre el Festival Drag de Las Palmas. Tras las quejas
por emitir esas imágenes, TVE pidió disculpas porque “pueden resultar ofensivas, especialmente para las personas de culto
católico”. Ya, pero ¿y los demás? Porque, qué diferencia, las quejas por
retirar esa gala de la web de RTVE no recibieron ninguna disculpa. De hecho,
TVE se reafirmó en su censura “dado que
podía herir la sensibilidad de un amplio sector”. ¿La sensibilidad de unos
sí y otros no? Lo peor es que TVE tiene la solución judicial al conflicto en
sus manos, pero no quiso aplicarla. Así cerró la pieza: “Según la fiscalía de Las Palmas, que ha archivado una denuncia
presentada contra la actuación, en la misma no se aprecia voluntad de ofender
una religión sino una crítica ácida deslizada en un contexto de Carnaval”.
Ah, la justicia, esa señora de ojos vendados o vendidos, y balanza o embudo,
según los casos.
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