Gracias a Donald Trump sabemos que el malo del cuento de “Los tres cerditos”
es el tercero, el que quiere construir en ladrillo. La nueva moraleja enseña
que no importa si quieres cerrar el perímetro de tu casa como vimos estos años en la tele
que hicimos nosotros (con altas vallas y alambradas de pinchos y cuchillas
donde se disparan pelotazos de goma y atiza a quien se acerca para devolverlo
en caliente por donde vino). En ese caso eres un cerdito tan simpático
como el que construye con paja o madera. Pero si estás obsesionado con que
quien quiere trabajar para ti por una miseria es el Lobo Feroz y en vez de cuchillas
prefieres un muro sólido, entonces no eres un cerdito sino un cerdo.
Pasa algo parecido si hablamos
del trato a la mujer. “El intermedio” despidió la semana mostrando unos viejos anuncios
con otra enseñanza que nos trae Trump: está mal nombrar secretario de Trabajo encargado
de velar por la igualdad de género a un exdirector de una cadena de
hamburgueserías que emitía unos spots en los que las mujeres en actitud sexual desplazaban
el interés que pudieran tener las hamburguesas y salchichas que lamían. En
cambio, está requetebién que las mujeres sean discriminadas, arrinconadas y humilladas
en democracias amigas como la de Arabia Saudí donde la voluntad del pueblo se
expresa libremente a través de lo que al anciano rey le da su real gana con la
ayuda de Dios el grande y misericordioso.
Esto explica el orgullo y
satisfacción con que el informativo propagandístico oficial de la dinastía
Borbón, “Audiencia abierta” (sábados a las 13,30 h. en La 1), mostró el otro
día la visita de Felipe VI a Arabia
Saudí como un paso más en la consolidación de la estrecha amistad que le (nos)
une con la dinastía Al Saud. Así hablaron unas pizpiretas chicas tras la
reunión de nuestro moderno rey con la moderna colectividad española en Arabia: “Lo peor que llevas es, un poco, la
segregación que hay de hombres por un lado, mujeres por otro”. “Es complicado
pero al final uno se hace y eso. Y la visita, mucha ilusión, la verdad”.
¡Cuánto nos está enseñando Trump sobre nosotros mismos!
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