9/2/17

RISTO ENAMORADO


Risto Mejide trata muy bien a sus invitados. Si te invita a sentarte cómodamente en el sofá de su programa (“Chester in Love”, noche de los domingos en Cuatro), ve tranquilo. Todo irá bien. Es cierto que puede ponerte en un aprieto, pero solo lo hace para que el programa gane emoción y tú salgas aun más contento. Y sin esfuerzo alguno por tu parte. Él lo hace todo. Risto es un tipo listo y sabe que depende de sus invitados. Necesita que marchen tan contentos del plató como salió Isabel Pantoja del plató de “El hormiguero”. Sin Trancas y Barrancas, pero esa es la idea. No hay más que ver lo feliz que marchó el padre Ángel el otro día del espacio promocional en que convirtió “Chester in Love”.

Risto trata muy mal a sus invitados. Si te invita a estar de pie y expuesto sobre una plataforma que hay frente al sofá, prepárate para lo peor (Risto la llama “púlpito”, pero de eso solo hay en las iglesias). Todo puede ir mal. Es cierto que te deja hablar para que aprietes al otro invitado, al bueno, al del sofá; pero no te fíes. Solo lo hace para que el programa gane emoción y tú salgas aun más apaleado. Y sin esfuerzo alguno del otro invitado, el bueno, que puede seguir repantingado en el sofá mientras comprueba cómo Risto atiza, interrumpe y expulsa a quien lo incomoda en exceso. No hay más que ver cómo Risto trató el otro día a Antonio Gómez, presidente de la asociación “'Europa Laica”, en el pimpampum en que se convirtió su comparecencia ante un padre Ángel mudo y Risto como brazo secular.

Gómez se pasó de incómodo señalando que la caridad es una máquina recaudatoria de fondos públicos al servicio de una ideología religiosa que perpetúa la pobreza y humilla a quien la recibe en sustitución de unos poderes públicos ausentes que deberían ofrecer unos servicios sociales que hagan justicia. Risto interrumpió acusando a esos poderes de corruptos. ¿Todos los poderes públicos? ¿Solo los poderes públicos? Eso a Risto le da igual. Después, Risto invitó a Gómez a ver in situ cómo la justicia se privatiza en forma de caridad. Gómez no aceptó. ¿Ah, no? Fuera de aquí, invitado sin sofá.

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