Risto Mejide trata muy bien a sus invitados. Si te invita a
sentarte cómodamente en el sofá de su programa (“Chester in Love”, noche de los
domingos en Cuatro), ve tranquilo. Todo irá bien. Es cierto que puede ponerte
en un aprieto, pero solo lo hace para que el programa gane emoción y tú salgas
aun más contento. Y sin esfuerzo alguno por tu parte. Él lo hace todo. Risto es
un tipo listo y sabe que depende de sus invitados. Necesita que marchen tan
contentos del plató como salió Isabel
Pantoja del plató de “El hormiguero”. Sin Trancas y Barrancas,
pero esa es la idea. No hay más que ver lo feliz que marchó el padre Ángel el otro día del espacio
promocional en que convirtió “Chester in Love”.
Risto trata muy mal a sus
invitados. Si te invita a estar de pie y expuesto sobre una plataforma que hay frente
al sofá, prepárate para lo peor (Risto la llama “púlpito”, pero de eso solo hay
en las iglesias). Todo puede ir mal. Es cierto que te deja hablar para que
aprietes al otro invitado, al bueno, al del sofá; pero no te fíes. Solo lo hace
para que el programa gane emoción y tú salgas aun más apaleado. Y sin esfuerzo alguno
del otro invitado, el bueno, que puede seguir repantingado en el sofá mientras
comprueba cómo Risto atiza, interrumpe y expulsa a quien lo incomoda en exceso.
No hay más que ver cómo Risto trató el otro día a Antonio Gómez, presidente de la asociación “'Europa Laica”, en el
pimpampum en que se convirtió su comparecencia ante un padre Ángel mudo y Risto
como brazo secular.
Gómez se pasó de incómodo
señalando que la caridad es una máquina recaudatoria de fondos públicos al
servicio de una ideología religiosa que perpetúa la pobreza y humilla a quien
la recibe en sustitución de unos poderes públicos ausentes que deberían ofrecer
unos servicios sociales que hagan justicia. Risto interrumpió acusando a esos
poderes de corruptos. ¿Todos los poderes públicos? ¿Solo los poderes públicos? Eso
a Risto le da igual. Después, Risto invitó a Gómez a ver in situ cómo la
justicia se privatiza en forma de caridad. Gómez no aceptó. ¿Ah, no? Fuera de aquí,
invitado sin sofá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario