Todo en esta vida puede ser clasificado como reptiliano, límbico o racional. Según algunos neurocientíficos -¿por qué existen neurocientíficos y no cardiocientíficos, dermocientíficos u otorrinolaringocientíficos?- son los tres niveles en los que se organiza nuestro cerebro, y se refieren, respectivamente, a la gestión fisiológica y supervivencial básica, a la dirección de las pasiones y emociones de nuestras relaciones, y al establecimiento de análisis intelectuales del mundo. Platón hablaba del alma concupiscible, irascible y racional, pero en realidad se refería al cerebro reptiliano, límbico y racional. Errejonistas, pablistas y anticapitalistas se enfrentan en Vistalegre, y podríamos construir una teoría en la que todos ellos quedasen ordenados en estas tres categorías. La obra del premio Nobel Bob Dylan incluye discos reptilianos –“Desire”-, límbicos –“Blood on the tracks”- y racionales –“Nashville skyline”-. Los contertulios de derechas de “La sexta noche” son de tres tipos: reptilianos -por ejemplo, Eduardo Inda-, límbicos -por ejemplo, Paco Marhuenda-, y racionales -por ejemplo, Pablo Montesinos-.
Ayer TVE nos ofreció la gran gala de selección de la gran canción que nos representará en el gran Festival de Eurovisión, y era obvio que la canción de Leklein era reptiliana, la de Maika era límbica y la de Paula Rojo era racional. Los miembros del jurado, los cantantes y Jaime Cantizano se referían constantemente a la capacidad de las canciones para llegar al corazón, pero me temo que el corazón ha quedado más desacreditado como sede de las emociones que el Parlamento como sede de la soberanía popular. Si atendemos a la neurociencia, las canciones deberán llegar al hipotálamo, al cuerpo calloso o a la fisura parieto-occipital, y no sólo de los espectadores españoles, sino también de los habitantes de todos los países de Europa, que también son clasificables en países reptilianos, límbicos y racionales. Al final ganó Manel. La estructura anatómica del cerebro humano reproduce la filogenia de nuestra especie, y las espantosas canciones que participan en Eurovisión aglutinan la historia pasada, presente y futura de Europa.
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