La única televisión que ilumina
es la que arde en deseos de avisarnos de lo caro que es que la tele nos
ilumine. Aun así, la encendemos para que su luz, pagada a precio de acuerdo con
las eléctricas, entre las eléctricas y para las eléctricas, nos guíe. Gracias a
esto sabemos que llevamos unos días dándoles una pasta cada vez que encendemos
la tele para enterarnos de que deberíamos apagarla. Pero, qué se va a hacer,
los telespectadores somos así de contradictorios. Pagamos lo que sea con tal de
no privarnos del placer de ver cómo el medio de ocio más barato que existe al
alcance de las masas cuesta un ojo de la cara precisamente los días más
divertidos, esos en los que la tele en vez de promocionar que hay que ver más
proclama que hay que ver menos tele. Justo la época del año que hace más frío y
los días son más cortos. Justo cuando el consumo televisivo es el mayor del año
porque buscamos refugio en casa para nosotros y nuestros bolsillos, pobres de
nosotros y pobres de ellos.
Y luego va Luis de Guindos a “El objetivo” y le explica a Ana Pastor que todo está bien, que estemos tranquilos, que la luz
sube porque también baja, y que en todo caso no va “a especular con la evolución del precio del kilovatio”. En efecto,
el Estado mínimo no tiene por qué ocuparse de especular con la evolución del
precio del kilovatio con lo bien que ya ofrece ese servicio la empresa privada.
Incorregibles, pusimos la tele para verlo. Y pagamos el doble de lo que nos
costaría en verano, cuando sale más barato pero no nos importa porque en vez de
en el sofá se está mejor en la calle de paseo por la vereda de la alameda del
robledal, que es más barato y encima te ríes.
Lo que no se puede hacer con este
asunto tan serio es bromear como hizo Wyoming
cuando apagó los focos de “El intermedio” y se quedó a dos velas. Ni hacer
demagogia como Jordi Évole con este
tuit: “Con el precio de la electricidad
nos chupan la energía... Hay que ver lo que gastan de luz las puertas
giratorias...”. No, Jordi, lo importante de las puertas giratorias es que
estén bien engrasadas. Y para ello es necesario que paguemos por el suministro
de energía lo que su ministro de energía mande.
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