A la vez que Fátima Báñez, ministra de Empleo y Seguridad Social, anunciaba en
el Congreso que buscará un pacto de Estado para la conciliación y
racionalización de horarios, La 1 de TVE despedía “MasterChef Celebrity”. Todos
los ciudadanos españoles pudimos ver la gran final la noche del martes. Solo
con quedarnos ante la tele hasta las dos de la mañana pudimos saber que quien
ganó el concurso fue un famoso que, como había dejado el programa grabado, a
esa hora el señor podía estar en la cama durmiendo para facilitar la
conciliación y la racionalización de sus horarios. Qué alegría. Da gusto pensar
que, gracias a nuestro trabajo (realizado con conciliación o sin ella), podemos
pagar los impuestos que mantienen una empresa como TVE tan preocupada por hacer
las cosas bien, coño, bien.
En fin, ahora que “MasterChef
Celebrity” ha muerto (¡viva “MasterChef Junior”! se ha apresurado a gritar TVE
antes de que se apaguen los rescoldos), ahora que “MasterChef Celebrity” ha
muerto (y sospechamos que TVE ya está cocinando la idea de hacer un “MasterChef
Celebrity Junior”, que el Dios de las televisiones nos coja confesados), ha
llegado el momento de hacer balance.
Ocurrieron muchas cosas, pero en
su mayoría tonterías: la mala leche de Fernando
Tejero con Loles León y con todo
el mundo, el salero de Loles León con Fernando Tejero y con todo el mundo, el
boicot de “El Cordobés” a su equipo
para favorecer al equipo de su mujer, la incapacidad de Ana García Siñeriz para probar bocado el día de la final. Pero sí
que hubo un comentario revelador. Lo dijo María
del Monte cuando abandonó el programa refiriéndose a los tres miembros de
jurado: “No es necesario tener todo el
día la cara del fiscal de ‘Morena Clara’ para hablarle a la gente”. Tiene
razón. Estoy harto de los palos secos que son sus personas (si son así) o sus
personajes (si hacen lo que les mandan, que igual me da). Y quien piense que
María del Monte no tiene razón, que visite a los profes de sus hijos y les pida
que cuando los evalúen apliquen el estilo “MasterChef” y se dejen de pamplinas
pedagógicas.
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