El último debate de investidura dejó claro que la principal reforma que requiere el Parlamento español es la televisiva. Una intervención como la de Gabriel Rufián, -puritita televisión, un híbrido quimérico entre Aaron Sorkin y Jorge Javier Vázquez-, no puede retransmitirse con un único plano fijo, con una iluminación tan pobre y una realización tan estática. Se equivocan los analistas que entendieron que el parlamentario dirigió su intervención contra el PSOE: el PSOE sólo cumplió la función de ser un recurso escénico, el antagonista fuera de cuadro que da ocasión al actor para que seduzca con su chulería a los espectadores. Rufián no dirigió su intervención contra el PSOE sino hacia las cámaras de televisión.
Así que dotemos al Congreso de la infraestructura de un buen plató de televisión: potentes focos en el techo que resalten la figura del orador y no dejen zonas muertas entre los escaños, raíles en el suelo para que las cámaras hagan travelings mientras hablan, equipo de maquillaje que impida la aparición de brillos en la zona T. Y música de fondo, como la que utiliza sin complejos “Al rojo vivo” para dar un tono épico a las intervenciones de Ana Pastor. El enfado de Madina se habría visto mejor con un plano americano lateral. La sonrisa de Iglesias pedía un primer plano más sombrío. Cuánto hubiera ganado la retransmisión con un plano subjetivo desde los ojos de Antonio Hernando cuando Rajoy se le acercó para darle la mano tras la votación.
Gabriel Rufián -qué grande: un tío de un partido de izquierdas (ERC) que votó que sí en la investidura de un presidente de derechas (Puigdemont), llamando traidor a un partido de izquierdas (PSOE) por abstenerse en la investidura de un presidente de derechas (Rajoy)- inauguró anteayer la granhermanización de la legislatura. Tenemos por delante cuatro años -o tres, o dos, o uno- broncos, atascados, pero, sobre todo, muy televisivos. Ya lo verán. Nos vamos a divertir. Y si desde el parlamentarismo basura se nos va a ofrecer televisión basura, al menos que aprendan de Telecinco y lo hagan de forma impecable desde el punto de vista técnico.