Una cosa es mezclar el Martini
con el vodka a la manera de James Bond o las chuletas de cordero con el retrato
de Gala, como hizo Dalí, y otra muy diferente mezclar las noticias del
telediario con la autopromoción de una serie, como hizo La 1 la semana pasada
con motivo del estreno de la última temporada de “Águila roja”. ¿No hay otra
manera de anunciar a los espectadores el regreso de Gonzalo de Montalvo? ¿Es
que la actualidad está tan necesitada de noticias que un héroe de ficción tan
local como Superlópez puede disponer de unos minutos entre la amenaza fantasma
de Donald Trump, el día de la marmota de la política española, la
transformación de Rita Barberá en un icono dadá y la última hora del estado
físico de Cristiano Ronaldo? ¿Hay tiempo para anunciar la novena temporada de
“Águila roja” y no lo hay para promocionar la nueva temporada de “Versión
española”? Se podría decir que TVE peca de narcisismo al anunciar el estreno de
“Águila roja” en un telediario, pero el problema de la televisión pública no
tiene nada que ver con el mito de Narciso.
Narciso,
que antes había rechazado a la ninfa Eco, fue castigado por Némesis, que hizo
que el joven se enamorara de su propia imagen reflejada en el agua, pero en contra
de la versión más extendida del mito no se puede decir que Narciso se enamoró
de sí mismo, sino que quedó fascinado por su imagen sin reconocer que era la
suya. Puede que TVE esté enamorada de una serie muy digna y entretenida que ha
dado buen resultado y que, además, es capaz de poner en apuros de audiencia a
“Gran hermano”, pero no está fascinada por un producto que no es capaz de
reconocer como suyo. Se trata de un narcisismo sin Narciso porque el telediario
de La 1 se deshizo en elogios de una serie de la casa, y su presentadora no se
limitó a informar con cara de fascinación de una serie de televisión que los
espectadores podrían ver pocos minutos después en la misma cadena. Entendería
este ataque de narcisismo si en el primer capítulo de la novena temporada de
“Águila roja” algún personaje hubiera hecho referencia a Trump, Pablo Iglesias,
Barberá o Ronaldo, pero parece que el anacronismo que supondría el análisis de
la actualidad en una serie ambientada en el Siglo de Oro es menos tolerable que
un narcisismo sin Narciso en el telediario.
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