Iba todo mal, pero después
empeoró. Iba todo mal la mañana de anteayer cuando el director de TVE, Eladio Jareño, y el director de
Informativos, José Antonio Álvarez
Gundín, presentaban en rueda de prensa en Torrespaña la nueva temporada de
los Servicios Informativos de TVE. En directo, cuatro gatos teníamos la santa
paciencia de ver en el Canal 24 Horas cómo precisamente un acto que debía
transcurrir con la asepsia descriptiva propia de los servicios informativos de
una cadena pública –y que demostrara así que las acusaciones que se les hace de
manipulación y partidismo son falsas– se convirtió en un vergonzante desfile en
el que, obedientes, las principales caras de los informativos de la casa
competían con sus jefes y entre ellos por ponernos más colorados viendo de qué
manera se dedicaban elogios, se ponían medallas y hacían que el autobombo
resultara atronador.
Afortunadamente, después la cosa
empeoró. Uno de los presentadores sufrió un lapsus con tantas capas que si lo
pilla Sigmund Freud le dedica un
revelador libro así de gordo (seremos generosos: vamos a conceder que los
libros de Freud revelan algo, a callar qué presentador fue y a suponer que de
verdad se trató de un lapsus). Entre tanta autocomplacencia, al pobre
presentador se le escapó decir “Me
vanaglorio”. Ay, ay, ay; no tiene escapatoria.
“Jactarse del propio valer u
obrar” es, según la RAE, el significado de la gloria vana de vanagloriarse. Y si
“jactarse” es “alabarse excesiva y presuntuosamente, con fundamento o sin él y
aun de acciones criminales o vergonzosas”, “vano” da a elegir entre varias acepciones
a cual más peligrosa: “Falto de realidad, sustancia o entidad; vacío y falto de
solidez, inútil, infructuoso o sin efecto; arrogante, presuntuoso, envanecido;
insubsistente, poco durable o estable; que no tiene fundamento, razón o
prueba”.
Queda claro: no solo el artículo
de hoy es estupendo, sino que esta nueva temporada vamos a pasarlo en grande.
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