El programa “Last Week Tonight”
(HBO), conducido por el comediante John Oliver, puede verse en España en Movistar
Series, y cada emisión no sólo nos recuerda que en nuestro país “El intermedio”
de El Gran Wyoming es una excepción, sino que confirma que la cintura de
nuestros políticos ante la sátira es tan rígida como la de Gort, el robot de la
maravillosa película “Ultimátum a la Tierra”. Tipos como John Oliver son la
última frontera ante el horror que representa Donald Trump, y una forma de
reconciliarnos con los Estados Unidos de Bruce Springsteen, de Aretha Franklin,
de Franklin D. Roosevelt y de Sheldon Cooper.
Y hablando de Sheldon Cooper. En
uno de sus espantosos y peligrosísimos discursos, el candidato republicano a la
presidencia de los Estados Unidos y futuro invitado a las tertulias de
ultraderecha de nuestra peor televisión, dijo que el presidente Barack Obama es
el fundador del Estado Islámico y, puede que para no ser acusado de sexismo, presentó
a Hillary Clinton, su rival demócrata en las próximas elecciones, como
cofundadora de ese grupo terrorista. El análisis de John Oliver en “Last Week
Tonight” de la basura salida de la boca de Trump mezcló verdades como puños de
Hulk con esa descarnada ironía tan necesaria en momentos de emergencia ética
como el que estamos viviendo. Trump, acosado por sus propios asesores, intentó
rectificar sus acusaciones con la excusa de que nadie entendió su “sarcasmo”.
Increíble. Si Trump creyera sus propias excusas (y poco después dejó claro que
no lo hace), tendría que comportarse con los ciudadanos estadounidenses como
Leonard se comporta con Sheldon cuando no entiende las cosas, y sacar un cartel
de sarcasmo cada vez que acusa al presidente de los Estados Unidos de ser un
terrorista. John Oliver define a Trump como un narcisista de Nueva York cuyos
intereses empiezan y terminan con los problemas de los blancos, y eso, sigue
diciendo Oliver, recuerda a “Café Society”, la última película de Woody Allen.
¿Qué más se puede pedir? Análisis político, risas y un hilo que conduce de
Donald Trump a Woody Allen, dos neoyorkinos que representan lo peor y lo mejor
de un país que necesita a John Oliver como Sheldon necesita un cartel de
sarcasmo.
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